Mientras circulaba en el automóvil presidencial por la Plaza Dealey en Dallas, Texas, el presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, recibió varios disparos mortales. Se dirigía a un mitin electoral y mucha gente se había reunido a lo largo de la ruta por la que pasaría el automóvil sin capota. Junto a él, en el asiento trasero, viajaba su esposa, Jackie Kennedy.
A las 12:30, del 22 de noviembre de 1963, el Lincoln X-100 tuvo que disminuir la velocidad para realizar un giro de 120° a la izquierda. En ese momento, quedó frente al edificio del Almacén de Libros Escolares de Texas, a una distancia de 20 metros. Se calcula que viajaba a una velocidad de 55 km/h.
Al pasar por el almacén, Lee Harvey Oswald hizo tres disparos desde el sexto piso del edifico. El segundo disparo perforó la espalda de Kennedy y salió por su garganta. Jackie lo miro atónita, cinco segundos después sobrevino el tercer disparo. Éste impactó de lleno en la cabeza del presidente, Jackie se lanzó entonces a la parte trasera del auto, donde recogió una parte del cráneo de Kennedy.
Según los resultados de la investigación, el asesino fue Lee Harvey Oswald, quien habría usado un fusil con mira telescópica. Fue aprendido al final de la tarde de ese mismo día. Oswald negó de manera contundente haber disparado contra el presidente. Dos días más tarde, fue asesinado en el momento de ser trasladado por la policía para su interrogatorio por Jack Ruby, un hombre vinculado a la mafia de Dallas.
Desde hace 54 años, la muerte del presidente más popular en la historia del país vecino es objeto de numerosas conjeturas. Según la agencia de noticias AP, solamente 24% de los estadounidenses cree que el autor del atentado actuó solo. Actualmente existen más de 38,000 libros que analizan el asesinato. ¿Cómo es posible -se preguntan sus autores- que el hombre más poderoso del mundo haya sido víctima de un loco?
Varias situaciones alimentan todo tipo de teorías, sobre todo, el manejo desaseado de numerosos documentos, actas e informes. Páginas con información clave fueron borradas, cortadas o desaparecidas, probablemente por el FBI o la CIA.
Muchas dudas se han derivado de las imágenes en las que se observa que la bala fatal golpea la cabeza de Kennedy, y éste se va hacia atrás y no hacia adelante, como se podría esperar si el golpe hubiera impactado por la espalda. Esto hace suponer que el disparo en la cabeza fue efectuado desde el frente. Lo que sugiere la posibilidad de un segundo tirador.
Motivo para la especulación es también la extraña personalidad del asesino y el viaje que unos días antes del asesinato realizó a México, con el fin de pedir una visa en la Embajada de Cuba para viajar a la Unión Soviética.
En 1959 Oswald desertó a la Unión Soviética, donde permaneció hasta 1962. En Minsk, se casó con Marina Prusakova, con quien tuvo una hija. En 1962 la familia se marchó a los Estados Unidos. Debido a su estancia en la Unión Soviética, una línea de investigación apuntaba a los servicios secretos rusos. Sin embargo, la política de distensión de Kennedy contradecía la idea de que la Unión Soviética tuviera interés en asesinar al presidente de los Estados Unidos.
Algunos especialistas señalan que la clave del asesinato debe buscarse en la visita de Oswald a México. La única mexicana que asegura haber visto a Oswald en México fue Silvia Tirado de Durán, secretaria del consulado cubano. Silvia Tirado afirmó en un interrogatorio que el viernes 27 de septiembre de 1963, recibió a un joven estadounidense que dijo ser Lee Harvey Oswald, quien pretendía obtener una visa para viajar a la Unión Soviética, vía Cuba. Silvia le informó que necesitaba fotografías, por lo que Oswald regresó media hora después para entregárselas.
Cuando fue arrestado en Dallas, después del asesinato de Kennedy, Oswald tenía en su directorio telefónico el nombre, la dirección y el teléfono particular de Silvia Tirado. Cuando el FBI la interrogó, ella nunca pudo explicar cómo aparecieron sus datos en la libreta de Oswald.
Elena Garro, la novelista mexicana, primera mujer de Octavio Paz, aseguraba que Silvia Tirado había tenido una relación amorosa con Oswald y que lo había conocido en una fiesta de intelectuales simpatizantes de Fidel Castro.
Otras conjeturas apuntan hacia el entonces vicepresidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson. Ansioso por conseguir el poder tras dos años como vicepresidente, Johnson habría sido el autor intelectual. Según Howard Hunt, un miembro importante de la CIA, el asesinato había sido planeado por Johnson, con la ayuda de agentes de la CIA, y el francotirador había sido un asesino a sueldo.
Otras teorías aluden a la mafia, al director del FBI, J. Edgar Hoover, a la CIA y hasta el mismo Servicio Secreto encargado de la vigilancia de Kennedy. Esperemos que los archivos abiertos por Trump aporten nuevas pistas.