Esta semana la Unidad de Inteligencia Financiera interpuso dos denuncias ante la Fiscalía General de la República (FGR), contra el líder del sindicato de Pemex, Carlos Romero Deschamps, por los delitos de presuntas operaciones con recursos de procedencia ilícita. ¿Será que la 4T va por un modelo de sindicato sin corrupción? ¿O es de nuevo la típica “llamarada de petate” que vemos al inicio de cada sexenio en que el presidente por alguna razón envía a la cárcel a algún líder sindical que le resulta incómodo?
Hay que recordar que así lo hizo Salinas de Gortari hace 30 años, cuando Joaquín Hernández Galicia, el poderoso líder sindical de PEMEX, fue aprehendido por oponerse a su política de privatizaciones. Su lugar fue ocupado entonces por Romero Dechamps, el líder petrolero que renunció esta semana. Cuando ocurrieron estas cosas, siempre esperamos que la limpieza de los sindicatos continuara y que ocurrieran cambios de fondo, pero finalmente todo siguió igual. El nombre del “líder” cambiaba pero la estructura continuó siendo la misma. Poco sabemos si la 4T tiene un proyecto para reestructurar las formas de organización sindical. Las “mañaneras” sólo dejan ver los buenos deseos del presidente, pero nunca se informa de planes ejecutivos reales. ¿O conoce Usted alguno?
Aunque apruebo y celebro las acciones en contra de líderes corruptos, tengo muy serias dudas de que la 4T tenga un plan congruente para terminar con el sindicalismo corrupto. Existen varias situaciones que ponen en duda esta intención. En primer lugar, la 4T ha encomendado la creación de la Confederación Sindical Internacional Democrática, es decir, la formación de una nueva central obrera a Napoleón Gómez Urrutia, el ahora senador por Morena.
Napito, como es conocido, es una figura muy controvertida, desde que hace algunos años la cooperativa Veta de Plata lo demandó por haber cometido un fraude en perjuicio de diez mil mineros en 2005. Durante un tiempo, se autoexilió en Vancouver, Canadá. Según información de “La silla rota”, su hijo disfruta de vacaciones que no tiene ni Obama, parafraseando unas de las frases más recordadas de López Obrador. En lo que va del año ha pagado estancias en Times Square en Nueva York, en el hotel más lujoso de La Habana, en el Mar de Cortés y en la Riviera Maya. El año pasado se hospedó en el Esperanza An Auberge, cuya habitación por noche tiene un costo mayor de 30 mil pesos. (Ufff!)
Por otro lado, Morena, el partido del Presidente, no ha sentido resquemores para unirse a los sindicatos que le convengan, sin importar qué tan corruptos sean, cuando se trata de lograr el poder.
En 2017, en las elecciones para gobernador del Estado de México, apareció el primer acercamiento entre Morena y el Panal, el partido político ligado al SNTE de Elba Esther Gordillo. En esa campaña, el ex secretario general del SNTE, Rafael Ochoa Guzmán, llamó abiertamente a votar por la maestra Delfina Gómez, la candidata de AMLO. Según Ochoa, esto era alentado por la misma líder sindical que se encontraba en prisión. Fue en este sexenio cuando, Elba Esther fue liberada, después de haber estado cinco años en prisión, con el argumento de que la acusación no era sólida.
Me es difícil pensar que las relaciones de la 4T con los sindicatos están libres de intereses y que en ellas prima el objetivo de limpiar la corrupción. Hace algunos meses, la Coordinadora Nacional de Trabajadoras de la Educación (no confundir con el Sindicato), presionó al Gobierno a ceder a una serie de peticiones insostenibles, y la 4T no dudo en concedérselas, aunque esto significara destinar a la mediocridad a los niños de México, de menos por un quinquenio. La Coordinadora cuenta con representantes en la Cámara que resultan de mucha utilidad para conformar las mayorías que requiere Morena en el momento de las votaciones. Así, que si me preguntan si la estamos entrando en una nueva fase de desarrollo en las organizaciones sindicales bajo el actual gobierno, habrá que responder como en la canción de Luis Miguel.
Por cierto, el miércoles pasado, Francisco Hernández Juárez, dirigente de los telefonistas, se presentó en San Lázaro junto con otros líderes a reclamar más presupuesto. Llevaba unos zapatos Ferragamo, que tienen un costo de 12 mil pesos. Ante el señalamiento de los periodistas, el líder corrigió y dijo que son “Michel Domit” (Ufff!).