Esta semana el Gobierno que asegura emprender la transformación del país dio una muestra de lo mejor y de lo peor que puede hacer. La publicación de la lista de las personas a las que les fueron condonados el pago de impuestos en sexenios anteriores envío un mensaje claro de que ya no habrá mexicanos de primera y de segunda en materia fiscal. Se acabaron los consentidos del sistema, incluyendo a Ana y Cuau. Lo cual está muy bien.
Pero, para que el mensaje sea claro debe ir acompañado de otras medidas, de las cuales la más importante es exigir impuestos al sector informal. Si la 4T solo exhibe a quienes en el pasado les condonaron impuestos y no emprende acciones para que todos los mexicanos que trabajamos los paguemos, el sentimiento será que se trató de una llamarada de petate más del Gobierno Federal. Seguiremos con la sensación de que continúan habiendo consentidos, aunque esta vez no serán los “condonados”, sino los que nunca pagan. Lo cual está peor.
El país requiere una reforma fiscal que obligue a todos por igual a pagar impuestos según su ingreso. Además, debe realizar una simplificación notable de las declaraciones que haga innecesario cruzar caminos sinuosos en el pago de las contribuciones.
Pero, para ser un gobierno exitoso no sólo necesita aumentar la recaudación, sino saber gastar adecuadamente el dinero. Y esto solo se puede obtener con la evaluación imparcial de los resultados de los programas gubernamentales, hecho por instituciones autónomas. ¡Uff!
A esto hay que agregar otra cosa. Quienes pagamos impuestos tenemos derecho a decidir qué se hace con nuestro dinero. Este gobierno sigue dando la sensación de que cree que puede hacer con él lo que quiera, como si fuera suyo. Incluso financiar programas sociales inútiles u obras destinadas al fracaso (como un aeropuerto sin estudios aeronáuticos).
Bueno, por mientras se aprueba la reforma fiscal, ¿Alguien sabe por cierto quién es el contador de Ana? Sí, ese mismo que por error consiguió que le condonaran 9 millones de pesos. Mi amiga fifí necesita uno.
Le voy a decir a tu mamá
Pero, la buena medida de la 4T y su mensaje de justicia fiscal se vio seriamente empañada por el mensaje del presidente ante los actos vandálicos ocurridos en la marcha del 2 de Octubre. “Voy a acusar a encapuchados que hacen destrozos con su mamás y abuelos”. Y aseveró que cuando estos se enteren les darán “jalones de oreja y sus zapes.” ¡Uff! y ¡recontra uff!
López Obrador precisó que sus adversarios políticos “se frotan las manos” y les “da ansia”, porque hubiesen querido que el gobierno contestara con represión.
Pero, ¿esta es de verdad una política de Estado para enfrentar la violencia? ¿No hay acaso un mejor programa para evitar los destrozos que el acusarlos con sus mamás y sus abuelitos? ¿Realmente en todo el país no hay un programita que sea mejor que tamaño dislate?
Estado de Derecho significa hacer cumplir la ley, por lo que debería pensarse en algunas medidas que llamen a la justicia a quienes destrozan los bienes de otro. Confundir esto con “represión” significa tolerar expresiones de violencia que ningún país civilizado se puede permitir. Lo que va a ocurrir ya lo sabemos: envalentonados por la inmunidad y la simple amenaza de que “le voy a decir a tu mamá”, los vándalos seguirán recurriendo a la brutalidad para sacar su enojo. El Presidente debía saber que nadie, absolutamente nadie, se frotaría las manos si aplicara la ley.
En los países civilizados, las manifestaciones deben contar con el permiso de las autoridades, ajustarse a una ruta y a un horario fijado. Deberán ir acompañadas además de un cordón policiaco que cuida que transcurran en orden. De esta manera la libertad de expresión está completamente asegurada, pero también la propiedad de los ciudadanos, en caso de actos vandálicos, que el Estado está igualmente obligado a asegurar. Si al presidente le gusta poner como ejemplo los países nórdicos, no estaría mal que se echara una vuelta a presenciar allá alguna manifestación pública.
En el artículo sobre la Independencia en Jalisco una amable lectora me señaló un error: Hidalgo no hizo su entrada triunfal en Guadalajara el 25 de noviembre como dice el artículo sino el 26. Reconozco que se trató de un error de dedo y ofrezco una disculpa a mis lectores.