Con motivo del Primer Informe del presidente Andrés Manuel López Obrador se han presentado datos que refieren su aprobación, estos oscilan entre el 60 y el 70 por ciento, cifras que bien se pueden considerar altas.
Pero, un dato por sí solo no dice nada. Si se coloca este dato en contexto se puede observar que el panorama político está lejos de ser motivo para despertar euforia como piensan los lopezobradoristas a ultranza.
La mayor aprobación del presidente se registra en dos de los estados más pobres del país: Guerrero (76.1 por ciento) y Chiapas (74.9 por ciento), mientras que en estados con mejores niveles de vida, como Yucatán, Querétaro y Aguascalientes, la población que lo aprueba es menor al 40 por ciento. Es posible que eso se deba a que en los estados más pobres se encuentra la población menos informada.
La aprobación más alta al presidente se registró entre los segmentos de mayor edad y con menos escolaridad. Igualmente son más las mujeres que lo apoyan (71 por ciento) que los hombres (63 por ciento).
Entre los cristianos evangélicos, (la religión que practica López Obrador) el índice de aprobación alcanza hasta el 85 ciento, mientras que entre los católicos su aprobación es del 66 por ciento. Entre quienes no profesan ninguna religión solamente alcanza el 54 por ciento. La aprobación supera el 70 por ciento entre quienes asisten a servicios religiosos con frecuencia y cae a 60 por ciento entre quienes no van nunca a las iglesias o templos.
Cuando la pregunta no se refiere a la persona del presidente, sino a las políticas públicas del nuevo gobierno, el panorama que muestran los datos es muy diferente. Según la encuesta realizada por El Economista, el 93 por ciento de los encuestados reveló que la situación en materia de seguridad está peor que antes, el nivel más alto de las opiniones negativas en los últimos años. Sí, Usted leyó bien, nueve de cada diez considera que la inseguridad ha aumentado.
Parece que los ciudadanos empiezan a abandonar la burbuja de felicidad que el presidente presenta como realidad y en la que algunos idealmente se colocaban. Nada arrastra más a la dura realidad que el bolsillo. Si Usted es un consumidor promedio o busca trabajo, sabe que la situación económica no está en su mejor momento.
Sobre la situación económica actual, siete de cada diez piensan que se encuentra peor que antes, mientras tres que ha mejorado. La mitad de los entrevistados considera que el gobierno de López Obrador no está tratando de manera favorable la situación económica actual. Solo tres de cada diez respalda la política económica. Tres de cada diez. (Ufff!)
Además, la permanente invitación del presidente a la credibilidad está aflojando su efecto. Solo el 46 por ciento cree que disminuirá la corrupción, solo 33 por ciento cree que disminuirá la pobreza, y 30 por ciento cree que el combate a la pobreza es el adecuado.
¿Qué se puede inferir de todo esto? Pues que las perspectivas y opiniones de los ciudadanos son diferentes cuando la atención se centra en el presidente o en los problemas del país. La imagen que ha cultivado el presidente como un hombre sencillo, trabajador y honesto le agrada a la gente. Pero la duda sobre la eficacia y la efectividad de las políticas públicas se está agrandando.
Otra cuestión que tiene que ver con un equivocado manejo de los datos fue la insistencia de Morena esta semana de mantener la presidencia del Congreso, argumentando la amplia mayoría en la Cámara. Pero hay que recordar que Morena solo obtuvo en las urnas el 37 por ciento de votación. La mayoría con que cuenta en la Cámara de Diputados se ha construido con base en diputados de otros partidos que se han agregado a la fracción mayoritaria del Congreso, algunos por coincidencia ideológica, pero otros por razones discutibles. (¿A poco existen los móviles viles en política?).