Thomas Mann en Estados Unidos (Parte II)

  • Columna de Laura Ibarra
  • Laura Ibarra

Jalisco /

En marzo de 1938, Thomas Mann y su familia se establecieron en Estados Unidos. Ese mismo mes, Alemania anexaba Austria al Tercer Reich. Al año siguiente iniciaba la Segunda Guerra Mundial. En Estados Unidos el Premio Nobel de Literatura se convirtió en una celebridad, sus libros y conferencias encontraban a un público muy interesado. Franklin y Eleanor Roosevelt lo recibieron en la Casa Blanca. En 1944, Thomas Mann y su esposa Katia obtuvieron la nacionalidad estadounidense.

Tal vez este entusiasmo se debió a que la presencia de Thomas Mann en Estados Unidos hacía evidente que la oposición al nazismo significaba una lucha por la libertad y la cultura y contra la barbarie. 

Entre 1943 y 1947, en su casa en Santa Mónica, Los Ángeles, Mann escribió su novela Doctor Fausto. Su actividad como escritor sólo fue interrumpida por una operación en Chicago, para tratar un cáncer de pulmón que lo aquejaba.  

Mientras Mann lograba adaptarse con éxito en los círculos intelectuales estadounidenses, su hermano Heinrich afrontaba una serie de dificultades. Ya en 1933 el régimen nazi había despojado a Heinrich Mann de la ciudadanía alemana. Sus libros fueron arrojados a la hoguera organizada por los nazis para quemar obras que no coincidían con su ideología.  Ante la posibilidad de ser aprehendido por el régimen de Hitler, Heinrich emigró a Niza.  Sin embargo, en 1940, debido a la ocupación de Francia, tuvo que huir nuevamente.

En 1939 Heinrich Mann se había casado con Nelly Kröger, una mujer sin mucha educación, que trabajaba en un bar. En compañía de su sobrino Golo y oros emigrantes alemanes, Heinrich Mann y Nelly huyeron a los Estados Unidos a través de España y Portugal. El paso a pie por los Pirineos fue una travesía de dificultades, pues tuvieron que subir altas montañas por senderos muy angostos. Heinrich, que ya en ese tiempo tenía 69 años, escribió más tarde que sin la ayuda de Nelly, no hubiera logrado sobrevivir. 

Pero, Heinrich Mann y Nelly Kröger nunca pudieron adaptarse a la vida en el exilio y a la cultura estadounidense. Regularmente Thomas Mann tuvo que apoyar financieramente a su hermano. En varias ocasiones Thomas Mann le sugirió a Heinrich separarse de su esposa. Thomas Mann era un sofisticado escritor que cultivaba las refinadas formas de la alta burguesía alemana, mientras su cuñada encajaba poco en los ambientes intelectuales. Víctima del alcoholismo, Nelly se quitó la vida en diciembre de 1944.     

Una vez terminada la guerra, Thomas Mann mantuvo una posición crítica hacia Alemania, lo que originó una buena cantidad de cartas con amenazas y críticas a su novela Doctor Fausto. Sobre los bombardeos a Alemania durante la Guerra, Mann comentó “Todo se paga”. Tuvieron que pasar algunos años para que Alemania le abriera de nuevo las puertas al gran escritor. 

A fines de los años 40, Thomas Mann empezó a sentirse incómodo en los Estados Unidos. Roosevelt había muerto en 1945, y comenzaba la guerra fría. En 1949, empezó a pensar en volver a Europa. En la Cámara de representantes se dijo de él que era “uno de los defensores más importantes de Stalin y de los camaradas”. Al igual que Bertolt Brecht debió comparecer sobre sus actividades ante el Comité de Actividades Antiamericanas.  Ante este clima persecutorio, los Mann decidieron volver a Suiza en junio de 1952.    

En 1952, Thomas Mann, su esposa y su hija Erika regresaron a Suiza. Unos años antes, en 1949 Thomas Mann visitó Alemania, contando todo el tiempo con protección policiaca. Al final de su viaje, Mann logró por fin un recibimiento entusiasta. Su discurso sobre Goethe y la democracia fue transmitido a través de bocinas, de la sala en que lo pronunciaba a la plaza exterior, donde había una gran cantidad de personas deseosas de escucharlo.

Heinrich Mann tuvo un destino diferente. Murió poco antes de emprender su regreso a Alemania y fue enterrado en California.  Thomas Mann murió a los 80 años en el hospital de Zürich. Era el verano de 1955. En los últimos años había recibido una buena cantidad de reconocimientos y premios. Su vida estuvo dedicada a la lengua alemana y la preservación del espíritu europeo.

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