La búsqueda de vida extraterrestre o sus vestigios, inteligentes o no, se remontaría a los célebres “canales” de Marte observados por el astrónomo italiano Schiaparelli en1877. Él nunca se atrevió a identificarlos como artificiales, quien lo hizo fue el astrónomo estadounidense Percival Lowell en 1906, señalándolos como restos de una civilización desaparecida. La teoría se mantuvo en el imaginario hasta que se desechó en 1965 gracias a la sonda Mariner 4. Este fue un claro ejemplo de “pareidolia”, ilusión óptica a la que se atribuye un significado distinto como lo fue también la “esfinge” de Marte.
En ese ambiente surgió la novela “La guerra de los mundos” de H.G. Wells (1898) que tantas películas, buenas y malas, generó. En 1938 el actor Orson Welles dramatizó el argumento de una “invasión marciana” en la radio y provocó un pánico masivo en Estados Unidos. Tal vez, como recordara, J. Maussán, se trató de un deliberado experimento social en vísperas de la II Guerra. Tiene lógica no solo por las circunstancias sino porque uno de los whistleblowers que hoy comparecen en el Congreso con estos temas mencionó off-the-record que la primera nave extraterrestre estrellada fue capturada por el régimen de Mussolini a comienzos de los treinta.
El 8 de julio de 1947, la Fuerza Aérea estadounidenses hizo público que “la Oficina de Inteligencia del Grupo de Bombardeo 509 de la Fuerza Aérea de Roswell (RAAF) había capturado un platillo volador”. La noticia se internacionalizó. El responsable era el prestigiado coronel Blanchard a cargo del único batallón especializado en el manejo de armas nucleares de Estados Unidos: examinó la evidencia y ciertamente no pudo confundirse. No obstante, horas después los restos arribaron a la base de Fort Worth, Texas y el General Roger Ramey, comandante de la 8ª Fuerza Aérea recibió instrucciones de Washington de cambiar la versión. El 9 de julio se publicó la declaración: “Tras el (nuevo?) examen la noche anterior, se determinó que los restos encontrados corresponden a un inofensivo globo meteorológico y no a un disco volador”. También se publicó la tan controvertida fotografía de fragmentos de un globo plateado.
Durante al menos doce horas el gobierno estadounidense había admitido la captura de un vehículo extraterrestre.
Décadas después, ante las presiones del público, la Fuerza Aérea cambió la versión solo para admitir que el globo de 1947 no era meteorológico sino un globo “espía” del “Proyecto Mogul” ya desclasificado.
La secuencia de eventos es tan confusa que me remití a la reconstrucción que hizo el Dr. Launius en su calidad de curador del “Air and Space National Museum” apoyando dicha versión oficial
“Y sin embargo se mueve” diría Galileo pues en 2008, tanto el astronauta, Dr. Edgar Mitchell como el exministro de Defensa de Canadá, Paul Hellyer declararon que el caso de Roswell era un encubrimiento y que una nave extraterrestre efectivamente había sido capturada. Lamentablemente las actuales audiencias del Congreso no están examinando sino evidencias recientes.
En 1996 fue la NASA la que reconoció: “restos fósiles de bacterias extraterrestres” en el meteorito marciano ALH84001 descubierto en la Antártida. El 7 de agosto el presidente Clinton declaró: “Este es el producto de años de exploración por algunos de los científicos más destacados a nivel mundial. El hallazgo debe seguir siendo estudiado pero el 84001 nos habla de la posibilidad de vida extraterrestre.” La declaración fue cautelosa y sobre todo se utilizó para validar la inversión en la exploración robótica de Marte que hoy continúa. No obstante, la comunidad científica ortodoxa acabó enfilándose contra la NASA, no admitirían siquiera la posibilidad de bacterias extraterrestres aferrados al dogma antropocentrista.
Dr. León Rodríguez Zahar*
*Diplomático, historiador y escritor.