El pasado 22 de marzo se conmemoró el Día Mundial del Agua, la fecha tiene como objetivo reconocer este recurso hídrico como un derecho humano.
Sin embargo, pese a los esfuerzos aún existen deficiencias por la mala gestión del mismo.
El agua podría significar un elemento relevante para la construcción de paz o para desencadenar conflictos a gran escala.
Según la ONU, cuando este recurso escasea, está contaminado o existen barreras de acceso, las tensiones van en aumento.
Cada vez son más comunes que en las distintas localidades del país se tenga escasez del recurso o fallas en las redes de distribución.
Además existen desafíos como el incremento de la población, el crecimiento de la mancha urbana, la evolución de las sequías y variaciones considerables en los niveles de precipitación que agravan el problema.
El centro de investigación en política pública IMCO, en el estudio Aguas en México, ¿Escasez o mala gestión? establece que el país ya experimenta efectos negativos por la falta de agua.
El Banco Mundial reportó que el promedio anual per cápita pasó de 10 mil metros cúbicos (m3) en 1960 a 4 mil en 2012.
Estimó que para 2030 se descienda debajo de los tres m3 por habitante al año.
Cuatro grupos con los principales consumidores. a) Sector agropecuario, 76% de agua está concesionada para riego de cultivos y ganadería; b) abastecimiento público, 15% del total concesionado -agua potable a domicilios, industrias y otros usuarios de la redes de distribución-; c) industria autoabastecida, representa 5% del total concesionado e incluye a las empresas que toman agua directamente de los ríos y acuíferos del país; y d) centrales termoeléctricas, representa 4% del agua concesionada.
El estudio destacó que entre los retos más apremiantes se encuentran: problema de contaminación por aguas residuales, ya sean domésticas, agrícolas o ganaderas; acuíferos en riesgo de sobreexplotación; variaciones en los niveles de precipitación y sequías.
Cambiar nuestra relación con el agua hacia un vínculo más responsable está profundamente relacionado con condiciones de paz y prosperidad.
A los gobiernos, les toca invertir en la modernización y conservación de infraestructura; mejorar el monitoreo sobre el uso de este recurso; desarrollar proyectos climáticos en el sector ganadero y agricultor; y actualizar la delimitación de los acuíferos con criterios geofísicos en lugar de los geopolíticos.