Mi punto de partida fue una depresión por el encierro durante la pandemia, el inicio de un proceso de separación y la suma de un nuevo fracaso laboral.
Mientras eso ocurría, sin pensarlo mucho comencé con una práctica disciplinada de yoga. Pronto los cambios en mi cuerpo físico y mental comenzaron a percibirse.
Al paso de los días, un sentimiento muy profundo me llevó a hacer caminatas a los cerros de la Comarca Lagunera: Vizcaya, Las Noas y La Cueva del Tabaco.
Poco a poco, con la compañía de amistades entrañables y las hermosas puestas de sol que sombreaban los áridos cerros, se restablecía mi conexión con la vida.
Se trataba de un encuentro conmigo, con otros y con la naturaleza, que nos integraba en un todo.
El contacto con la naturaleza despertó recuerdos gratos y casi olvidados de mi infancia.
Las memorias inconscientes de caminatas por La Posta, El Cerro de la Calabazas, la presa Francisco Zarco, sobre la rivera del Río Nazas, estaban allí dispuestas a activarse en un momento oscuro de vida.
Hoy son un maravilloso tesoro despierto, que guía mi camino y el amor por la naturaleza.
Los psicólogos lo llaman inconsciente ecológico.
Pero ¿de qué se trata? Desde la corriente de la Ecopsicología, que surge a inicios de la década de los noventa, el núcleo de la mente es el inconsciente ecológico, y la represión de éste, es la raíz más profunda de la locura colectiva de una sociedad industrial.
Es decir, el libre acceso al inconsciente ecológico es un camino hacia la cordura.
Esta disciplina busca curar la enajenación entre la psique urbana, de reciente creación, y el antiguo medio ambiente natural.
Además de ofrecer una perspectiva innovadora sobre el ser humano y el mundo que lo rodea.
Esta visión busca transformar el dogma antropocéntrico, donde el humano está en el centro del universo, por una perspectiva ecocéntrica, en la cual la conexión entre el ser humano y el entorno natural es fundamental.
En síntesis, se centra en cómo la necesidad de conexión más profunda con uno mismo está intrínsecamente vinculada con la naturaleza.
Es decir, la Tierra como identidad, que nos recuerda que somos ciudadanos del Planeta, donde nuestra salud está relacionada al mundo que nos rodea, que habitamos y nos habita en nuestro interior.
¿Qué opinas? ¿Te atreverías a conocer más sobre la Ecopsicología como un camino de encuentro?