“Pueblo bicicletero”

La Laguna /

Desde que tengo uso de razón la expresión “pueblo bicicletero” se emplea de manera despectiva y desde una óptica clasista. Hace referencia a un poblado subdesarrollado en el que se utiliza más la bicicleta para desplazarse y trabajar que el automóvil. Cuando era pequeña la escuchaba con frecuencia.

La Comarca Lagunera comprende la mancha urbana y una enorme área rural, desde la que se mueven jornaleros y trabajadores, en parte como alternativa a un transporte público que históricamente ha sido deficiente.

Nací en Torreón en 1980 y desde entonces no ha transcurrido un año en el que atestigüe que esta situación haya mejorado. Conectar con eficacia la zona rural y urbana en beneficio de personas que suelen trasladarse a diario unos 15 o 25 kilómetros jamás se ha concretado. Se les ve pedalear bajo el sol de la canícula o en las madrugadas del crudo invierno de enero, sobre vías rápidas y calles que una y otra vez desbaratan porque las autoridades otorgan permisos a privados para abrirlas sin una supervisión adecuada que garantice un re-encarpetado seguro.

El loable activismo de Ruedas del Desierto, Eco Ciclismo o Bicionarias que, entre otras cosas, se ha empeñado en hacer de la Comarca una zona libre de emisiones, termina, si no sofocado, disminuido por campañas políticas y paliativos con los que las autoridades dilatan la promesa de atender necesidades urgentes. Sabemos bien que un buen proyecto de ciclovías en la Comarca, que sea seguro para miles de pedalistas reditúa menos en la imagen de un funcionario público que “mejorar” un bulevar o construir un paso a desnivel.

Como siempre, las corazas de acero, la supremacía de los hidrocarburos y el estatus de “hiperdesarrollo”, mal copiado de algunas urbes norteamericanas que entronizan la movilidad en auto, terminan reproduciendo una lógica ciudadana indolente. ¿Cuándo hemos sentido empatía por un peatón o un ciclista en una vuelta continua desde la comodidad de nuestros autos? ¿Cuándo nos hemos puesto en sus zapatos cuando cruzan la Torreón-San Pedro lo más rápido que pueden en un punto en el que no hay puente peatonal? ¿Reparamos en lo complicado que es cruzar el Nudo Mixteco a pie o sobre el sillín?

Las ciclovías sobre la calzada Colón, los bulevares Senderos y Constitución son apenas algunos tramos seguros de unos pocos kilómetros. Como sucedió en la Ciudad de México, se ha privilegiado zonas gentrificadas, como el centro, o las transitadas por la clase media y alta. Además, los topes que demarcan las ciclovías son transgredidos por automovilistas sin que sean sancionados. 

En otros casos, las ciclovías están en condiciones deplorables, como la que va del puente Ana a Soriana Aurora. De ahí que los pedalistas prefieran ocupar la extrema derecha de un carril. Pero, ¿qué tal cuando les echan lámina bajo el argumento de que están “invadiendo” carriles que no les corresponden? Si los conductores bajaran del auto a caminar o pedalear tendríamos otras ciudades.

¿Cuándo se concretará un proyecto que conecte la zona rural y urbana de la Comarca, y promueva traslados sustentables y seguros? Ni todo el furor por el ciclismo deportivo ha modificado el trazo urbano en este sentido; lo digo también como autocrítica. Soy ciclista de ruta y de montaña, y me resulta más fácil subir la bici al rack para realizar mis entrenamientos. Soy madre de una pequeña y al final decido que no vale la pena trasladarse en bici porque las vías y los conductores ponen en riesgo mi vida y la de tantísimos pedalistas.

En efecto, seguimos siendo un “pueblo bicicletero” que está muy lejos de inspirarse en casos como los de algunas ciudades de Colombia u Holanda, en las que ciudadanos, instituciones y gobierno han incorporado la bici a una moderna cultura de movilidad.

  • Lucila Navarrete
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