Relación México-EU: apenas dos siglos de historia

Ciudad de México /

La relación de los Estados Unidos Mexicanos y de los Estados Unidos de América cumplió 200 años de diplomacia en 2022, un proceso histórico que es uno de los más complejos para ambos países. Estar cerca, ser diferentes, depender de otro país, liberarse; distancias y empatías sociales, culturales y económicas. El trato ha sido muchas veces conflictivo, al grado que, por momentos ha habido antagonismo por la lucha del territorio, por la separaciones culturales y económicas, “Ciertamente”, expresó el entonces presidente López Obrador en 2020 en la Casa Blanca, durante el primer mandato de Donald Trump, “en la historia de nuestras naciones hemos tenido desencuentros y hay agravios que todavía no se olvidan. Pero también hemos podido establecer acuerdos tácitos o explícitos de cooperación y convivencia”. La cuarta transformación se caracteriza, siempre, por actuar mediante el dialogo y la cooperación ‒tal como ha expresado la presidenta Claudia Sheinbaum‒, ambos han sido parte fundamental en la historia y el éxito de la región de Norteamérica. Porque en momentos de extrema tensión bélica ha habido un profundo apoyo. Durante la Independencia de Estados Unidos, por ejemplo, los habitantes de la Nueva España -ya mexicanos en esencia- estuvieron presentes, proporcionando ayuda militar, económica y logística a las Trece Colonias. Este apoyo fue definitivo para el triunfo de los insurgentes. Tanto, que George Washington reconoció que sin su ayuda no hubiera sido posible el triunfo. Así, pues, desde los inicios de nuestra identidad, la cercanía geográfica ha hecho precisa la cooperación entre los países. Por su parte, Estados Unidos también ha apoyado a México. En 1861, ya como presidente de Estados Unidos, Abraham Lincoln abrió las puertas al embajador mexicano Matías Romero en su casa de Springfield, Illinois, y el presidente estadunidense, según la historia, dirigió las siguientes palabras al diplomático mexicano: “Mis sinceros deseos por la felicidad, prosperidad y libertad de usted, su gobierno y su pueblo”. Cuando Francia invadió México pretendiendo imponer al emperador Maximiliano, el gobierno de Lincoln suministró ayuda para apoyar al gobierno de Juárez.

Culturalmente se comparte mucho, la gastronomía cruza la frontera con alegría y sin mayor reparo los tacos y los burritos están por todos lados; también la música hace sus recorridos en ambas direcciones y las influencias literarias son diversas: tanto a un escritor estadunidense le es preciso conocer la cultura mexicana, vivir un tiempo en México, el caso de William Burroughs o Jack Kerouac; como para los autores mexicanos es sumamente enriquecedor conocer la tradición literaria estadounidense y su mundo. Para Octavio Paz, por ejemplo, fue decisivo ver a los mexicanos que vivían al otro lado de la frontera, a los pachucos, para entender la esencia de la identidad mexicana que analizó con poesía y filosofía en El laberinto de la soledad.

La relación de México con Estados Unidos se ha movido en cuanto a potencia y dependencia desde los últimos años del siglo XX y durante estos 25 años que llevamos del XXI; ya no es una dependencia sino una interdependencia entre ambos países. En días recientes, por ejemplo, el gobierno de Nuevo México reconoció, ante el canciller Juan Ramón de la Fuente, la contribución de las comunidades mexicanas al desarrollo económico, social y cultural de la entidad. En un texto sobre los 200 años de relación de México-Estados Unidos, María Cristina Rosas arroja datos importantes: “interdependencia, misma que queda de manifiesto en la suscripción, primero, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que entró en vigor el 1 de enero de 1994 y en su sucesor, el Tratado México, Estados Unidos, Canadá (T-MEC), cubriendo aristas del comercio en bienes —de los que el automotriz es la columna vertebral—, más sectores como el agropecuario, el textil, además de compras del sector público, barreras técnicas al comercio, comercio electrónico, servicios financieros, aspectos ambientales, laborales, propiedad intelectual y corrupción, por citar sólo algunos. En este entramado comercial y de inversiones, claramente hay ganadores como el sector automotriz, el aeroespacial, el cementero, el farmacéutico y el de electrónica”. Hoy el principal socio comercial de Estados Unidos es México y viceversa. El intercambio es contundente. Dos países muy distintos que comercian económicamente y dialogan culturalmente sin perder su autonomía.

Según la página oficial del gobierno de México, la inversión extranjera directa de Estados Unidos en 2024 fue de 13 mil 717 millones de dólares. En las importaciones, Estados Unidos vende a México 40.5 por ciento de sus importaciones. México vende a Estados Unidos 83.1 por ciento de sus exportaciones. Las remesas recibidas desde Estados Unidos fueron de 16 mil 639 millones de dólares en 2024. Aquí la interdependencia es clara, pues este dinero es muy significativo en la economía mexicana a la vez que demuestra la importancia del trabajo de los nuestros en la economía de Estados Unidos, pues las personas migrantes contribuyen, incluidos los de segunda y tercera generación, con 8 por ciento del PIB de Estados Unidos.

La migración entre los países es extensa, pues el número de estadunidenses en México ha alcanzado más de 1.6 millones en 2023, mientras que se estima que en Estados Unidos hay 38.8 millones de mexicanos. Un flujo inmenso de personas que hace imprescindible el diálogo entre los países. Así como se importa y exporta en bienes materiales, existe un caudaloso flujo humano que hermana a las naciones.

Asimismo, la relación de México y Estados Unidos en la política internacional es estratégica, México ha respaldado a su vecino del norte apostando comercialmente por ellos antes que por otros países. Es importante mantener un sano diálogo y cooperación en Norteamérica sin caer en intervencionismos e imposiciones unilaterales ante los cambios que se vienen y ante la forma en que la economía y política internacional se están desarrollando.

Hoy los mexicanos nos encontramos unidos en torno de un proyecto de nación, desde el Zócalo de la Ciudad de México hasta en las plazas públicas de las comunidades más pequeñas y humildes se habla de soberanía y de derechos. El hecho de que este movimiento ostente la mayoría calificada en ambas cámaras del Congreso de la Unión, en al menos 27 legislaturas estatales y la mayoría de las gubernaturas, es posible porque el pueblo mexicano comparte la visión de un país que sabe exactamente lo que no quiere y con la certeza de ir por la senda del humanismo mexicano. Hoy México es un país unido en torno a su presidenta Claudia Sheinbaum, por lo que el desarrollo económico de Norteamérica, así como la atención de los problemas en común de seguridad y migración, sólo pueden ser posibles a través del diálogo y la cooperación respetuosa.


  • Luis Alfonso Silva Romo
  • Senador. Secretario de la Comisión de Puntos Constitucionales.
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