Condenarnos a la ignominia

  • Mundo Industrial
  • Luis Apperti

Ciudad de México /

Desde que me involucré en la tecnología y el pensamiento exponencial, tengo la certeza absoluta que el uso intensivo de la tecnología puede acabar con la pobreza y la marginación en el mundo. 

Hay estudios amplios de ONU que reflejan que, para incrementar el acceso a telefonía celular en un país en desarrollo, el gasto de las compañías de telecomunicaciones contribuye hasta con el 7% del PIB de cualquiera de esos países. 

Entonces la pregunta es, ¿por qué estamos viendo un crecimiento de la pobreza en México, cuando los datos de cobertura nacional de internet y uso de telefonía y datos en el país superan el 95%? Es evidente que estamos haciendo algo mal. 

Hace más de 20 años se aseguraba que el despliegue viral de las tecnologías de la información en el mundo, iba a impactar positivamente de manera muy particular a los países en desarrollo, y los países ricos (desarrollados) iban a crecer aún más. 

Esta ecuación solo ha funcionado en una de las premisas: los países ricos se han hecho aún más ricos, y los países pobres, en su mayoría, se han hecho más pobres. 

Al analizar los datos, la constante siempre es la misma: la gran diferencia ha sido la educación, la cultura y el estado de derecho entre los países mas desarrollados. 

El ritmo de crecimiento que tuvimos en México hasta 2018, si bien no acelerado, sí fue constante, y de alguna manera se estaba reduciendo la brecha entre pobres y ricos. 

Hoy estamos decreciendo y la pobreza en crecimiento, a pesar de que en el discurso se habla de proteger y ayudar a quienes más lo necesitan. 

Los datos a nivel mundial demuestran, de manera contundente, que las dádivas de dinero no solo no contribuyen a mejorar las condiciones de los más necesitados; al contrario, en el mediano plazo las empeoran, porque no solucionan de fondo las necesidades. 

La tecnología es una herramienta muy poderosa para crecer exponencialmente la educación y dotar de recursos a quienes más los necesitan, y que enseña a valerse por sí mismos a quienes así lo deciden. Eliminar de nuestra currícula educativa la Ciencia, las Matemáticas, la Física, la Biología, el Civismo y la Historia es condenarnos a un futuro de ignominia.

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