La prevalencia de la extorsión en el país se ha convertido en uno de los principales frenos al crecimiento de las micro y pequeñas empresas, muchas de las cuales se ven obligadas a no crecer y a permanecer en la informalidad, donde la extorsión tiende a ser centralizada y conocida. Esto implica que no tienen un incentivo para invertir, crecer, explorar nuevos mercados y productos, expandirse fuera de sus mercados locales y menos para contratar un número creciente de empleados.
En los últimos 30 años, la economía mexicana ha experimentado un significativo reto en materia laboral en virtud de una muy fuerte expansión de la oferta producto de tres fenómenos. El primero y más importante es la incorporación de las cohortes más grandes de población en edad de trabajar a la fuerza laboral resultado de altas tasas de fertilidad en los 70, 80 y 90. El segundo, el incremento en la participación laboral a 60 por ciento gracias a la incorporación de mujeres cuya tasa de participación pasó de 24 por ciento en 1990 a 38 por ciento en 2018. El tercero, la reversión de flujos de migración a Estados Unidos. Esta expansión de la oferta laboral representa una clara presión que ha dificultado el crecimiento sostenido de salarios reales.
Si bien esta expansión de la oferta laboral cuenta una parte muy significativa de la historia, falta preguntarse por qué no se ha dado un incremento en la demanda laboral suficiente para eliminar o absorber este “exceso” de trabajadores. Un aspecto que no se ha estudiado suficientemente son las dificultades que enfrentan las micro y pequeñas empresas para invertir y crecer que resultan de la prevalencia de la extorsión y que explican en parte la debilidad de la demanda de trabajo.
Las dificultades que ha experimentado el país para elevar los salarios en las últimas décadas tienen su origen en un conjunto de factores. Muchas veces se enfatiza la depreciación del salario mínimo, la falta de representación sindical y la prevalencia de sindicatos blancos, la concentración de varios sectores de la economía en pocas empresas y la política macroeconómica que premiaba la estabilidad por arriba de cualquier otro valor. Todas y cada una de estas razones pueden haber jugado un papel. Sin embargo, parece más promisorio estudiar directamente el impacto de la expansión en la oferta de trabajo y entender los frenos que tiene el crecimiento de la demanda de trabajo. La hipótesis de la economía de la extorsión, planteada en el artículo Economía de la extorsión: ideas para aprovechar la revolución digital [1], elaborado para Impunidad Cero, es que las dificultades que enfrentan las micro y pequeñas empresas para crecer, encontrar financiamiento, invertir y desarrollarse juegan un papel clave en el pobre comportamiento del mercado laboral en términos de salarios, y que estas dificultades tienen como una causa principal la extendida extorsión a la que son sometidas cuando intentan crecer o cuando buscan formalizarse.
En México hay un número excesivo de micro y pequeñas empresas de muy baja productividad y valor agregado. En los últimos años, el número ha crecido como respuesta a la incorporación de millones de jóvenes a la fuerza laboral para los que las empresas existentes no generaban una suficiente demanda. La pregunta es por qué se abren nuevas en tal magnitud en lugar de que crezcan las ya establecidas y la respuesta reside en el hecho de que la expansión de las micro y pequeñas empresas se ve obstaculizada por una extendida práctica de extorsión que funciona como un impuesto confiscatorio. Esta extorsión adquiere muchas formas y es mucho más prevalente de lo que uno supone.
Más aún, las probabilidades de extorsión aumentan con el éxito de las pequeñas empresas. En cuanto empiezan a desarrollar un nuevo producto o servicio y sus ventas aumentan, se ven sujetas a este fenómeno de varias formas: por el líder sindical que emplaza a huelga sin conocer a los empleados, por el municipio por uso del suelo o permiso de construcción, por protección civil, autoridades laborales, sanitarias, ambientales y otras. En todos los casos no para proteger a los trabajadores o consumidores o el medio ambiente, sino extraer una renta.
El problema es más grave cuando se exploran otros mercados y se enfrentan con extorsión ligada al transporte, distribución y comercialización y que involucra al gremio transportista, policías municipales, estatales, federales, mayoristas, mercados y puntos de venta al detalle.
Por estas razones, la extorsión se traduce en un elevado costo en creación de empleos formales. Si se eliminara o redujera, se daría una explosión de apertura y crecimiento de empresas medianas, lo cual causaría un incremento en la productividad laboral y empresarial, necesario para obtener altas tasas de crecimiento del producto interno bruto. El establecimiento de estas empresas representa la única manera de generar oportunidades de empleo productivo para trabajadores potenciales en actividades de bajo valor agregado, dependientes de empleos o programas públicos o en riesgo por la revolución digital que ya está aquí.
[1] Publicado en el número de febrero de la revista Este País y en www.impunidadcero.org
* Director general y socio fundador de De la Calle, Madrazo, Mancera, S C (CMM), consultoría especializada en economía
¿Qué es la economía de la extorsión?
- Columna de Luis de la Calle
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Luis de la Calle
Ciudad de México /
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