Se deroga su criminalización.
Con motivo de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación atinadamente concedió un amparo ordenando que el Congreso de la Unión derogue la criminalización del aborto voluntario, recordé el concepto de objeción de conciencia en la práctica médica.
Ya en la antigua Grecia, el célebre Hipócrates dijo: “Si un guerrero enemigo que acaba de matar a tu hermano, está herido y llega a tocar tu puerta para pedir atención, tú debes tratar de curarlo, porque por encima de todo eres médico”.
Así, ellos ya resolvían la discusión inútil que durante muchos años tuvimos en nuestro país sobre el concepto de objeción de conciencia que quiere decir que un médico puede o no atender a un paciente si no está de acuerdo con su religión, actitud, identidad sexual, etcétera. Esto es inadmisible para la práctica de un buen médico.
Y esto es así porque los médicos han sido formados para curar, aliviar, comprender y consolar. Otro ejemplo es que si el paciente es de la comunidad LGBT, eso no es asunto del médico, sino decisión de él, pero se le debe atender y tratar de ayudarlo.
Qué bueno, entonces, que la Suprema Corte de Justicia de la Nación tomó esa histórica decisión, pues la objeción de conciencia estará bien para otra profesión, pero no para aquella que lidia con la muerte. Eso es un absurdo que afortunadamente ya terminó, sobre todo si vemos que se ha estimado que el 54% del total de embarazos no planeados termina en abortos inducidos.
Asimismo y para ayudar a reducir las muertes por aborto, debemos estudiar incluir ese servicio en los sistemas públicos de salud, pues las mujeres en condiciones económicas precarias son las más afectadas, además de que su criminalización les anulaba el derecho a decidir.
Descartes: Pienso, luego existo. Con esta decisión, la Suprema Corte de Justicia de la Nación protegió los derechos a la vida, la salud, la igualdad y a la autonomía reproductiva de las mujeres, evitando así numerosas muertes por abortos clandestinos.