“El estadista: ejemplo para los políticos.”
El día de hoy, a las 8:00 p.m., en el Museo de Historia Mexicana se presenta un libro que el autor, Iván Peña Nader, único mexicano que ha profundizado en el tema, tardó 37 meses en escribir, pues reunió en forma enciclopédica una obra que consta de 1,250 páginas en dos voluminosos tomos.
Este libro ha sido auspiciado por la bonhomía y extraordinaria actitud filial de un joven empresario producto de la cultura del esfuerzo, Luis Carlos Urzúa y tiene como prologuista a Romeo Flores Caballero. En este texto, en forma muy amena se presentan las tres facetas nodales de la vida del gran corzo, que aparte de ser un gran estratega militar fue un estadista visionario que sembró semillas de la administración pública, todavía vigente y un ser humano con claros y oscuros que representan la realidad existencial de todos los que vivimos en este globo terráqueo, pero que se nota mucho más en los defectos y virtudes de aquellos que ejercen el poder.
Estaremos hoy comentando este documento y observando una enorme dicotomía entre el autor, que se rehúsa a seguir la convencional narración cronológica de las biografías y en forma moderna, semejante a algunas películas del surrealismo de Luis Buñuel, va de una fecha a la otra, haciendo que los eventos de la célebre vida política, militar y personal de Napoleón se reúnan al final y terminen con una muerte prematura que nos muestra que todo principio tiene su final y que lo que deja huella de un gran hombre no es su vida, sino fundamentalmente sus obras.
Napoleón el grande fue autor del código jurídico precursor de muchas legislaciones; también de la seguridad social, de los derechos de la mujer y como él mismo dijo “al morir nadie se acordará de mis batallas, pero todos se acordarán de mi código civil”.