La Fed: política, pero no partidista

Ciudad de México /

Uno de los muchos puntos que se tienen que tomar en cuenta para considerar a un país como “serio” es que su política monetaria sea llevada a cabo de manera autónoma por su Banco Central. Esto quiere decir que no esté supeditada a la política fiscal, o al capricho, del gobierno en turno. En este sentido, tanto la Fed como Banxico llevan a cabo sus decisiones de política monetaria con un grado de autonomía bastante importante. Sin embargo, ¿puede un Banco Central autónomo ser completamente ajeno a la política de su país? La respuesta es no.

Un Banco Central siempre recibirá presión, directa o indirectamente, del gobierno en turno si es que empieza a actuar contrario a la visión general de la administración. Por ejemplo, si el gobierno busca endeudarse y el Banco se encuentra en un ciclo de alza de tasas, entonces habrá presión para que el Banco no las suba tanto, o se detenga antes de tiempo. En ese sentido, parte del trabajo del Banco Central es dar los argumentos necesarios para continuar con la política monetaria adecuada, y buscar mecanismos para no dejarse coartar por los deseos y órdenes del Ejecutivo.

La Fed no está exenta de este juego y hay ocasiones en que tiene que meter la variable “política” dentro de la ecuación para determinar el rumbo de su política monetaria. Un ejemplo claro es durante un año electoral. Desde que la Fed utiliza la tasa de interés como mecanismo para fijar la política monetaria (1954), no ha habido un solo año electoral en el que la Fed cambie su postura monetaria durante el verano del año en cuestión. Esto es, para el primero de julio de cada año electoral, si la Fed está en un ciclo restrictivo, mantiene dicho ciclo hasta pasando las elecciones (mediados de noviembre). Mismo caso si se encuentra en una pausa o en un ciclo acomodaticio. Es decir, a partir del primero de julio de un año electoral, la Fed se pone en piloto automático.

Al hacer esto, la Fed juega el juego político, aunque sin llegar a ser partidista. Busca no ser culpada de sesgar los ánimos electorales a favor de cualquiera de los dos candidatos en cuestión, y con eso sacrifica algo de flexibilidad al momento de dictar la política monetaria.

Esto nos lleva a 2024, año electoral. El 20 de marzo la Fed decidió mantener su tasa sin cambio, reforzando una postura que ya lleva 9 meses, es decir, la Fed se encuentra en una pausa buscando el momento adecuado para cambiar el rumbo de las tasas en EE.UU. Ahora bien, faltan dos decisiones de política monetaria más antes de julio: la del 1 de mayo y la del 12 de junio y, de no modificar su postura en esas reuniones, podríamos estar bastante seguros de que veremos la tasa actual (5.50%) durante la decisión del 31 de julio y la del 18 de septiembre, por los argumentos antes mencionados.

Por otro lado, el día de la elección en EE.UU. es el martes 5 de noviembre, y la decisión de la Fed será el jueves 7 de noviembre (otro elemento político pues, invariablemente, la decisión de política monetaria son los días miércoles), por lo que, al ya haber pasado la elección, la Fed se vuelve a liberar de la mordaza autoimpuesta y podría hacer un cambio en su política monetaria, que a su vez podría reforzar en la última junta del año, el 18 de diciembre.

En ese sentido, veo dos escenarios: 1) La Fed baja tasas en mayo o junio, y eso le permite seguir bajando tasas durante el proceso electoral (pues no sería un cambio de tendencia), lo que le permitiría entregar 3 o más recortes de tasas; 2) a la Fed no le alcanza el tiempo para bajar la tasa antes de julio, y tendría que esperarse hasta noviembre para hacerlo, entregando únicamente 2 recortes de 0.25% para llevar la tasa a 5% para cierre de año.

Yo me decanto por la segunda opción. Las lecturas de inflación no han marcado la tendencia que la Fed quiere ver, además de que las presiones inflacionarias están sesgadas al alza: gasolina en franco aumento (13% en lo que va del año), eventos geopolíticos, eventos climáticos, “deschinización” de la cadena de producción, y un largo etcétera.

Esto, obviamente, tendría repercusiones para las decisiones de Banxico. Si bien creo que Banxico tiene espacio para adelantarse a la Fed, una pausa más larga de lo esperado (hasta noviembre) seguramente ralentizaría el ciclo de baja de Banxico aún más. Si bien hoy nosotros (contrario al consenso) estamos esperando recortes entre 1% y 1.25% durante el año, una Fed más lenta en actuar podría orillar a Banxico a recortar aún menos.

Si bien falta mucho camino por recorrer, no hay que descartar los eventos políticos de este año en las decisiones económicas de los diversos países. Como decía Aristóteles: “el hombre es un animal político”, y este año los Bancos Centrales del mundo confirmarán, con sus acciones, lo que el filósofo aseguró hace más de 2,000 años.

Por Luis Gonzalí, CFA. VP/Co-Director de Inversiones en Franklin Templeton México


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