Del resguardo al riesgo viral

  • Mirada en la red
  • Luis A. Guadarrama Rico

Toluca /

Una parte de la población en México ha tenido condiciones para mantenerse encerrado en casa. En principio, consideremos los casi 33 millones de escolares que tuvieron que arreglárselas para continuar con sus estudios desde sus (des)conectados hogares. Hay que sumar a más de dos millones de profesores y profesoras que laboran en alguno de los niveles educativos, desde el preescolar hasta el superior. Al menos un tercio del total de este país ha estado resguardado desde el pasado 20 de marzo, hasta ayer domingo.

Desde entonces a la fecha, quienes han conservado su empleo, transformando su ocupación original en teletrabajo, suman unos cuantos millones, aunque la cifra se desconozca. La otra cara de la moneda es que, según lo informó el INEGI, cuando estábamos en el mes de abril, 12.5 millones de personas habían perdido su empleo por el cierre al que nos llevó esta pandemia.

Hoy lunes, con más de 250 mil casos confirmados acumulados y más de 30 mil defunciones, 17 entidades del país han comenzado el retorno gradual a determinadas actividades productivas que autoriza el semáforo en color naranja, cuyo significado es de “alto” riesgo.

Cada una de esas labores productivas o de servicios operará de manera limitada y cuidadosa. Nuestro escenario es claro: como especie, tenemos que salir a ganarnos la vida porque si no morimos por COVID-19, agonizaremos por los efectos que genera la pobreza; enclavados en un matorral de endeudamientos o quebrantados por los bienes que se han tenido que vender o rematar, por falta de dinero.

Toca a cada persona, desde los adolescentes hasta los octogenarios y más, protegerse, cuidarse y preservar la salud de quienes no perciben el peligro del contagio; como los infantes muy pequeños y diversos negacionistas covideanos.

Aunque haya gente necia, incrédula y torpe, oponiéndose a las medidas sanitarias, usemos cubrebocas de manera correcta; en lo posible, gafas protectoras; apliquemos rigurosamente la sana distancia, con dos metros entre cada persona, así como el lavado de manos con agua y jabón; serán medidas esenciales para reducir la posibilidad de infección.

A fuerza de salir a la “nueva realidad”, veremos si nos mantenemos vivos. Será una lucha que, si se gana, será por la capacidad para aprender nuevas formas de interacción social e íntima, y por nuestra prudencia.

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