El pasado 29 de junio se cumplieron 90 años de la masacre de campesinos comunistas ocurrida en la ciudad de Matamoros, de la Laguna de Coahuila. Ellos luchaban por el derecho a la tierra, un derecho ganado en la lucha revolucionaria iniciada en 1910 y conferida en la Constitución aprobada en Querétaro en 1917. 21 manifestantes fueron asesinados por las fuerzas del orden, otras decenas de ellos fueron heridos y detenidos, su ejemplo dio luz al movimiento campesino puesto que los derechos no pueden quedar solo en el papel. A veces es necesario luchar para acceder a ellos.
Matamoros es un pueblo de La Laguna fundado a mediados del siglo XIX, sus primeros pobladores sostuvieron durante años una lucha legal y violenta contra el terrateniente Leonardo Zuloaga quien reclamaba como suyas las tierras que el pueblo había comprado al cabildo de la ciudad de Saltillo; el conflicto se resolvió cuando Benito Juárez a su paso por la comunidad y ante el apoyo de los habitantes a la República contra el Imperio emitió un decreto que dota de tierras a las familias del cuadro de Matamoros.
Posterior, a principios del siglo XX, las posiciones de los sectores radicales de la revolución contaron con amplio respaldo entre los matamorenses aportando un gran número de combatientes y jefes revolucionarios tales como Benjamín Argumedo y J. Isabel Robles, lo que conformó una tradición de lucha arraigada en ese pueblo.
En noviembre de 1919 se funda en la Ciudad de México el Partido Comunista Mexicano (PCM) y para 1920 llegan los primeros organizadores comunistas a La Laguna, justo a la entonces Hacienda de Santa Ana del Pilar, en Matamoros. Ya en 1928 el historiador Barry Carr en su libro “La Izquierda Mexicana a través del siglo XX” señalaba a La Laguna como “La tercera región más importante (para el PCM) del país.
Durante la década de los veinte los campesinos laguneros habían intentado que de manera legal se les dotara de tierras siendo reprimidos por policías y soldados; en ese entorno las claras posiciones de clase del PCM que llamaba a tomar tierras generó apoyo entre los jornaleros agrícolas matamorenses, con ese motivo se convocó a una manifestación para la tarde del domingo 29 de junio.
El alcalde Tomás Rodríguez de la Fuente fue el encargado de preparar la represión. Un día antes de la concentración popular reunió a su jefe de policía además de las llamadas guardias blancas para disolver por la fuerza la movilización.
La mañana del domingo a la llegada de los primeros contingentes los organizadores son informados de que por órdenes del presidente municipal y el gobierno del estado no permitirían la marcha, no obstante a las 17 horas los campesinos inician su movilización, frente al mercado municipal los esperaban policías de los dos niveles de gobierno así como pistoleros aportados por terratenientes laguneros.
Fue el jefe de policía Aniceto Sifuentes quien inició la agresión que al ser repelida por los asistentes se convirtió en una masacre cobrando la vida de 21 mártires agraristas entre ellos Martina Deras, que estando embarazada cayó junto a su marido.
Las armas y las balas no detuvieron el movimiento, 6 años después en 1936 después de una huelga que abarcó decenas de haciendas en toda la región Lagunera, el gobierno Federal por medio del entonces Presidente Lázaro Cárdenas decretó el inició del reparto agrario dotando de tierras a miles de campesinos de la Laguna y posteriormente de todo el país.