Democracia degradada, 2

  • Diario de campo
  • Luis Miguel Rionda

León /

En mi cavilación de la semana pasada, sobre la degradación evidente del modelo democrático de nuestro país, destacaba la espléndida intervención de la magistrada Janine Otálora en la sesión de la sala superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, cuando se declaró la validez de la elección presidencial.

La magistrada puntualizó lo que la generalidad de la clase electoral mexicana comparte, pero que nadie se atreve a decir, por miedo al neo presidencialismo autoritario que está consolidándose en nuestro país: que la elección federal del 2 de junio de 2024 se vio manchada por una lista larga de abusos por parte de los actores políticos nacionales, incluyendo la oposición. Mencionó el fraude a la ley evidente en los procesos políticos adelantados en las coaliciones partidistas: “Lo que fue denominado ‘procesos políticos novedosos’, no fue más que un fraseo para evitar reconocer la comisión de un fraude a la ley”.

Luego expuso con gran valentía la indebida intervención del presidente de la república en la contienda mediante sus mañaneras, que implicaban el uso de recursos públicos: “Estando constitucionalmente obligado a ejercer el cargo de forma neutral, para con ello permitir que la contienda fuese equitativa, el presidente mantuvo un actuar que contradijo las luchas que cuestionaron la intervención presidencial en las elecciones y que denunciaron ese abuso de poder como uno de los mayores males en nuestra naciente democracia. ”En el ámbito formal electoral, el régimen ha permitido la constante degradación institucional al dejar huecos y carencias que dificultaron el desempeño de las autoridades administrativas y jurisdiccionales: “En el transcurso de seis años las instituciones electorales se han degradado. No hay un solo tribunal electoral en el país, ni siquiera esta Sala Superior, que esté debidamente integrado.” “Si quienes están encargados de expresar la voluntad popular a través de las leyes incumplen con lo que estas mandatan, entonces qué confianza puede tener la ciudadanía en que sus representantes serán consecuentes con el poder que les fue conferido.”Y sobre las reformas en curso, la magistrada afirmó: “…la reforma debe darse por encima de la emoción y el orgullo debido a que este último divide a la ciudadanía entre ‘nosotros y ellos’. A diferencia de quien actúa con dignidad, quien lo hace por orgullo recurre a la imposición antes que al diálogo”.


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