En la actividad humana, los nuevos comienzos son motivo de renovación de la esperanza, la inefable y mística esperanza. Ese sentimiento que resta cuando todos los males se han escapado de la caja de Pandora. En México estamos padeciendo las consecuencias de la apertura de la caja del populismo nacionalista, que dejó tras de sí destrucción institucional, autoritarismo, pensamiento unívoco, violencia extrema, un tercio del territorio en manos del crimen organizado, migración internacional renovada, corrupción y finanzas públicas saqueadas o quebradas.
En Guanajuato, reducto del conservadurismo libertario, se padecen muchos de esos males desbocados, como la criminalidad. Pero al menos se ha preservado con trabajos el sistema de salud, el educativo y el desarrollo económico sostenido. El populismo de derecha ha sabido mantener sus bases sociales y su legitimidad, lo que le permitió encabezar la coalición victoriosa que pudo resistir al tsunami de la regresión autoritaria.
El 26 de septiembre se estrenó gobierno en Guanajuato. La buena noticia es que lo encabeza una mujer, y no cualquiera: Libia García es una joven abogada que se ha distinguido por su estilo fresco, amable y llano, buena debatiente y excelente comunicadora. Sin duda está haciendo mucho contraste con sus antecesores hombres. Ya hacía falta luego de 33 años de serios panistas y 63 de adustos priistas, eso sí, todos muy bragados.
Por su parte, la nueva presidenta de la república Claudia Sheinbaum, tomó posesión el primero de octubre, rematando con el mismo fausto folclorista y New Age de su antecesor. En su caso me inquietan los evidentes amarres con su desbocado tutor. Comenzó con un terrible discurso ante un congreso monocromático, festinando al “mejor presidente de México” quien, enjuto, contrito y sonrojado aceptaba todos los halagos con falsa humildad.
Con sinceridad espero que nuestra presidenta se asuma con plenitud como tal. Adivino en ella el talento, la sensibilidad y la gracia para ejercer el poder de manera incluyente, republicana y democrática. Dio muchos guiños en el gobierno de la CdMx que me permiten este optimismo moderado. Además, más nos vale.
Me alegra el advenimiento del “tiempo de las mujeres”, y que sea precisamente en un país célebre en el mundo por sus usos machistas, de varones dominantes, con su fálica pistola al cinto –bueno, ahora con el celular en la cangurera–, dominando a mujeres “cuyas principales dotes sexuales son la abnegación, la belleza, la compasión, la perspicacia y la ternura”, como decía Melchor Ocampo. Con el deber de dar al marido “obediencia, agrado, asistencia, consuelo y consejo”. De miedo…
Felicito sinceramente a estas dos mujeres no sólo empoderadas, sino fortalecidas por sus propios aspiracionismos. Señoras hechas a sí mismas, y merecedoras del lugar que ya ocupan en la historia. Espero que ellas nos salven del odio que prohijó ya saben quién…