Party City

  • Diario de campo
  • Luis Miguel Rionda

León /

Se dice que los problemas comunitarios locales son reflejo de los regionales y globales. Lo contrario también podría afirmarse: lo global determina lo local, en particular en un mundo tan integrado como el actual. Lo anterior responde a mi inquietud personal sobre muchas de las políticas que los gobiernos municipales aplican sin congruencia con sus ofertas políticas originales. Así ha venido sucediendo desde hace seis años con la administración que hoy gobierna el municipio capital del estado de Guanajuato, y que sin duda se verá continuada en el siguiente trienio con el arribo a su presidencia de la consorte del actual edil.

Muchos observadores ciudadanos hemos insistido desde hace mucho tiempo que este es un municipio especial, que debe ser tratado con políticas específicas no sólo por su origen y trayectoria histórica, sino porque se evidenció como un centro privilegiado para el desarrollo de una propuesta cultural autónoma local, en contrapartida al centralismo cultural que se imponía desde la federación y el estado.

Las administraciones municipales fueron más o menos sensibles sobre la responsabilidad de preservar los valores patrimoniales, históricos, artísticos, monumentales y ambientales. Pero desde hace algunos años esta situación ha cambiado radicalmente con el arribo de un munícipe con mentalidad empresarial, que hizo de las actividades recaudatorias su prioridad existencial. Esto ha ido convirtiendo a la ciudad en una enorme Party City con sus calles invadidas con changarros informales y sucios, con irrupción frecuente de empresarios del entretenimiento con festivales de consumo y deportes extremos. Pero eso sí: se expulsa a festivales culturales de calidad y tradición como el GIFF.

La nueva ocurrencia del municipio es rentar el parque deportivo Aguilar y Maya (San Jerónimo) para la presentación de un intérprete de moda de los llamados “corridos tumbados”, que hacen apología del vicio y del delito. Un importante conjunto de capitalinos ambientalistas y aficionados al rey de los deportes, se han manifestado en contra. Es un espacio que el gobierno del estado cedió al municipio, con la condición de que se dedique a uso deportivo. Hoy se busca explotarlo como enorme antro que generará desorden por el inminente sobrecupo y el inmoderado consumo de alcohol y otras sustancias. Todo ello en pleno corazón de la ciudad patrimonio de la humanidad. Por ello no debemos permitir este despropósito de un gobierno pueril. 


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