Es de chocolate”, así decíamos cuando se dejaba que un integrante del barrio con menos velocidad o habilidad para competir, pudiera ser parte del juego sin sentirse excluido. También se usaba para entregar premios sin valor real, que representaran algún logro, pero una vez rota la envoltura, se revelaba la medalla de chocolate, tan dulce como engañosa.
La imagen del avión presidencial como un símbolo de la corrupción y despilfarro de los adversarios de la cuarta transformación cumplió fecha de caducidad. El sorteo de la Lotería Nacional de los 100 premios de 20 millones, intentó partir en cachitos la rabia por la opulencia que sobrevuela con dinero público.
“Compra tu cachito, hagamos historia” tuiteó el Presidente para promocionar un video donde refería que esos del pasado “parecían reyes” y que “habiendo tanta pobreza, era un insulto”. Muchas mexicanas y mexicanos fueron a comprar su “cachito” o por apoyar simbólicamente contra las malas prácticas “del pasado”, o por la ilusión del dinero que con suerte cae del cielo.
Aniquilada la ilusión del avión, se agotó como símbolo. Nadie niega, aunque no esté de acuerdo con el Presidente, que la compra de un avión de 200 millones de dólares era evidencia de cómo se asume el servicio público. En un país como México, no es compatible la existencia de 50 millones de pobres frente a egresos multimillonarios para la operación de la administración pública federal.
Otro referente de comunicación que genera no solo álgidos debates sino más expectativas polarizadoras, es la oferta de un intangible juicio contra los ex presidentes. AMLO y el equipo legal que le asesora saben que la consulta popular para que la ciudadanía decida el juicio es inconstitucional. Es en sí una negación del Estado de Derecho. Ahora corresponde a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) detenerlo y no quedará más remedio de que el costo de la simulación sea asumido por el poder judicial.
¿Qué sigue entonces para el Presidente de la República? Dos de las principales banderas del Presidente se agotan. Ahora toca ir por los simbolismos del presente. Se acabó la narrativa del pasado, se acabaron los espacios en las mañaneras para hablar de un avión que ya fue rifado o el ilusorio juicio.
Dentro del gobierno de la cuarta transformación hay una serie de personajes que mucho se asemejan a quienes gastaron dinero del erario para comprar un lujoso avión o dañaron al país como los ex presidentes.
Por ejemplo, desvíos millonarios del Ejército mexicano que han sido revelados recientemente por periódicos internacionales, las casas de Manuel Bartlett y las resoluciones de la Secretaría de la Función Pública, exorbitantes cantidades entregadas por asignación directa a las fuerzas armadas que quedarán blindadas por razones de seguridad pública en plena violencia desbordada, la inactividad de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el problema del agua en Chihuahua, las comunidades indígenas afectadas por la construcción del Tren Maya.
Dos de los símbolos que han sostenido la narrativa presidencial parecen ser de chocolate. ¿Sin avión como referente y sin juicio como sueño guajiro qué acciones tangibles se harán lo que resta del sexenio para combatir la corrupción?
@maiteazuela