Hace un mes, Alaska Bout, conocida por su título como Reina Gay 2018 en Veracruz, fue asesinada con brutalidad, su cuerpo fue encontrado con huellas de tortura. Su identidad legal era José Luis Contreras Ponce. La entidad tiene el primer lugar en número de asesinatos a transexuales.
No deberíamos de acostumbrarnos a ocupar los primeros lugares en las más deleznables prácticas violatorias de derechos humanos. De acuerdo con la organización Transgender Europe, México ocupa el segundo lugar a escala mundial en asesinatos a personas transgénero. El año pasado, la Comisión Ciudadana contra los Crímenes por Odio y Homofobia informó que desde 1998 México ha sumado mil 218 personas trans: travestis, transgénero y transexuales asesinadas.
Hoy existen protocolos para atender los crímenes contra esta población, pero la falta de capacitación y sensibilización de los ministerios públicos en esta materia dificulta la identificación de delitos cometidos por razones de discriminación y odio contra la comunidad LGBTTTIQ+.
Como lo señala Luisa Rebeca Garza López, mujer trans y funcionaria electoral: urge una transversalización de políticas públicas que comience por el reconocimiento a escala federal y local de la identidad de género como derecho humano al libre desarrollo de la personalidad, así como el matrimonio igualitario y la adopción por parejas homoparentales.
La absurda resignación de vernos como un país homófobo y discriminador comienza desde lo que Luisa Rebeca identifica como una resistencia a modificar la documentación binaria —que no contempla otras opciones identitarias ni considera otras formas de construir familia, con lo que se elaboran las metodologías para realizar diagnósticos o cuantificar a la población de la diversidad sexual, para posteriormente implementar políticas púbicas o incluso construir marcos jurídicos adecuados.
Rebeca recuerda que López Obrador fue el único candidato que en campaña tuvo un acercamiento formal con la Coalición Mexicana LGBTTTIQ+ y calculando que puede tener apoyo a sus iniciativas con una mayoría suficiente para emprender leyes incluyentes, sostiene que hay esperanza en que se impulsen cambios sustantivos para garantizar los derechos de las diversidades sexuales y de género. Ojalá que ese acercamiento trascienda la propaganda y se materialice.
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