El problema NO es la Central Camionera de Guadalajara. Me refiero a las desapariciones. El problema es que decenas de jóvenes son engañados por medio de redes sociales donde les ofrecen empleos con buena paga, o estilos de vida atractivos, y se dejan llevar por desconocidos con quién sabe qué fines, pero que seguramente no son nada buenos.
El problema NO es la Central Camionera. Que aparezca la Central en los casos de desapariciones ocurre porque los jóvenes que vienen de municipios jaliscienses no metropolitanos viajan en camión y llegan al lugar del encuentro, y allí se pierde su pista. Y los jóvenes de la ciudad hacen lo mismo: dejan sus casas en las colonias y se encuentran en la Central para reunirse con sus contactos.
¿Qué se puede hacer para evitar esas desapariciones? No veo mucho en el caso de la Central. Es un sitio al que acuden diario miles de personas para viajar y resulta difícil controlar a todos.
¿Se debería poner en el lugar a policías a preguntar a todos y cada una de las personas quiénes son, a dónde van, de dónde vienen? Imposible.
En todo caso habría que mejorar el sistema de videovigilancia para poder tener mejores registros. Pero no sabemos si el contacto es en los andenes o la zona de recepción.
Tal vez sea a las afueras de la estación del Tren Ligero. O en taxis. Vaya usted a saber.
Lo que se necesita, lo que urge, es que los jóvenes sepan de los riesgos de aceptar un trabajo o cualquier ofrecimiento por medio de redes sociales.
El problema está en que los jóvenes se embarcan a una aventura desconocida con la simple bendición de sus padres.
Yo no dejaría a ninguno de mis hijos viajar a otro sitio para reunirse con desconocidos. Si tuvieran una oferta de cualquier tipo trataría de indagar sobre la empresa o el empleador; ir con ellos a ver quién los recibe; acompañarlos hasta que se instalen.
El problema, insisto, NO es la Central Camionera. Mañana será la Plaza Tapatía. O el crucero López Mateos-Periférico. O cualquier otro sitio bien conectado para moverse rápido del lugar.
El problema está en confiar en desconocidos, y en las redes sociales. Y lo digo por nosotros y nuestros hijos.