Greta Thunberg ha terminado por llamar mi atención. Confieso que sabía de su existencia desde hace unos meses por la exposición que ha tenido en medios de comunicación gracias a su lucha contra el cambio climático, pero sumido yo en un mundo de notas de todo tipo, la miraba, pero no la veía; la oía, pero no la escuchaba.
Pero de repente se encendió en mí el botón de alerta por Greta. Y ocurrió por una razón muy simple: la intensidad con la que hace todo lo que emprende.
Greta tiene 16 años y el entusiasmo de una generación completa. Ayer veía cómo se enojaba, lloraba y exigía que se tomara en cuenta la lucha por mejorar el mundo. Su rostro de niña se endurece cuando habla frente a políticos, quienes le aplauden tal vez por compromiso, tal vez por miedo a quedar mal ante los ciudadanos, aunque siempre quedan bien con los hombres de negocios que les pagan.
No pretenderé ser un biógrafo de Greta, o un experto en la lucha contra el cambio climático. Para nada. Insisto en que no había reparado mucho en ella, hasta que ayer pude ver en diferentes momentos sus mensajes y su gesticulación. Y eso fue lo más importante.
Ojalá tuviéramos más Gretas en el mundo. O tal vez las y los tengamos, pero no caemos en cuenta de ellos. Lo que hoy vemos en la estudiante sueca seguramente lo hemos ignorado en otros, tal vez muchos de ellos muy cercanos. Temo incluso que he desvalorado el entusiasmo de mis hijos ante causas importantes al menos para ellos. Y por eso me llama la atención Greta. Porque su lucha puede servir para quitar el velo que ponemos sobre tantos temas que afectan a nuestros jóvenes.
Bien por ella. Su lucha es admirable. Todos esos jóvenes (ellas y ellos) que apoyan la causa de Greta merecen también ser escuchados. Y también merecen esa atención quienes luchan por otros ideales, como alguna vez nosotros luchamos por los nuestros. Gracias a todos por intentar abrir nuestros ojos.
El banquillo
La asociación Fundej estima que hay mucho más fosas en los alrededores del bosque La Primavera. No lo dudo. La realidad se ha impuesto a base de golpes crueles.
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