Un cuarto de siglo le tomó al partidazo regresar al poder absoluto. En el año 2000 se rompió el modelo de control gubernamental que implicaba tener, al mismo tiempo, la presidencia de México, la mayoría absoluta en el Congreso de la Unión, e influencia sobre la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Al llegar Vicente Fox a Palacio Nacional también la oposición al PRI lograba mayor cantidad de diputados (en conjunto). Era el principio de un cuarto de siglo en el que se derrotaba de manera contundente al PRI, y se esperaba más de lo que se logró, pero que hizo soñar a muchos mexicanos con una democracia equilibrada y sin sometimiento entre poderes.
Pero nada dura para siempre.
Los priistas de entonces entendieron que ese partido estaba ya en decadencia, y decidieron formar otra organización para ir transfiriendo, poco a poco, el poder para allá. Primero fue el PRD, pero al ver que no lograban su cometido, Andrés Manuel López Obrador armó Morena y fue jalando a los priistas y ex priistas a su lado. Hoy, el PRI de antaño recupera el poder que perdió en el año 2000. Y para que no quede duda, basta con ver cómo los nombres de los morenistas destacados de hoy eran parte del PRI hace 25 años. AMLO, Bartlett, Ebrard, Monreal, Adán Augusto López, Menchaca, Sansores, Claudia Delgadillo…
Está claro que la mayoría de los ciudadanos en México prefieren un partido totalitario, patriarcal, poderoso y sin nadie que le haga sombra. Quiere la gente un mandatario con control absoluto del país, y de sus sucesores. Ven en AMLO a la persona que les va a resolver sus problemas para siempre. En un descuido la mayoría estará de acuerdo con la reelección indefinida si consideran que con eso se van a quitar de los cambios de gobierno. Prefieren encontrarle el modo al sistema, que lidiar con democracias y alternancias.
Es una pena, pero así es la realidad. Hay que hacerse a la idea de los próximos 18 años México tendrá gobiernos federales de Morena, y que López Obrador influirá en ellos hasta que físicamente le sea posible.
Se acabó la alternancia. Se acabó el debate. Es la resurrección del partidazo, y la mayoría lo festeja. Que nadie se llame a sorpresa. Hemos avanzado al pasado.