Imposible no escribir sobre Samuel García y su aventura presidencial. Estoy seguro de que en estos días los medios de comunicación las redes sociales se llenarán de artículos y análisis sobre el acenso y caída en apenas unas semanas de lo que prometía ser una candidatura fuera de lo común. Pero también estoy seguro de que lo ocurrido en las tres semanas recientes será objeto de estudio en facultades de abogados y escuelas de ciencias políticas de todo el país.
De inicio debo decir que en lo personal me parecía insólito que un gobernador aparentemente exitoso dejara su cargo para embarcarse en la carrera presidencial, pues apenas lleva dos años y fracción en el cargo, y lo hacía en un momento en que la bonanza del nearshoring se asoma a las puertas de Nuevo León. Pero alguien le cantó dulcemente al oído al gobernador, quien quiso jugar en dos pistas y ahora corre el riesgo de no quedarse en ninguna.
Lo ocurrido es un fracaso para García y para MC. No pudo el gobernador dejar a un mandatario interino afín a su proyecto por la sencilla razón de que no tiene mayoría en el Congreso. Cualquier conocedor de la política sabe que quienes nombran un interino son los diputados locales, y si no tienes mayoría que te respalde, difícilmente podrás imponer tu voluntad.
¿Qué pasó? Que les ganó la soberbia. Pensaron que podrían hacer campaña y gobernar Nuevo León al mismo tiempo, y la oposición (por eso se llaman así) se los impidió.
Ahora Samuel García regresa maltrecho a su cargo, si es que acaso logra mantenerlo. Hay versiones de que la clase empresarial nuevoleonesa no está precisamente contenta con lo ocurrido, y que tomará al gobernador algo de tiempo restablecer la confianza en ese sector.
Este lunes Movimiento Ciudadano deberá decidir qué hará para sustituir a Samuel García, quien definitivamente se bajó de la carrera. No quedan muchas opciones, pues los gobernantes que no pidieron licencia antes del 2 de diciembre no podrán aspirar al cargo.
Entre los naranjas no hay muchas alternativas tampoco. ¿Álvarez Maynez? ¿Pablo Lemus? ¿Clemente Castañeda? ¿O se inclinará Dante Delgado por el diamante negro Roberto Palazuelos?
Mala aventura, pues.