Morena presenta ya serias contradicciones y notorias fisuras entre sus liderazgos y militancia como se exhibió una vez más en su Congreso. Pese al incuestionable triunfo de 2018, su cúpula está inmersa en una inacabable y desgastante lucha de poder donde la identidad ideológica está perdida y en la ruta de la renovación de sus cuadros se pierde la brújula aflorando la hipocresía y la simulación de siempre.
La cacareada transformación, apresurada y atropellada, no hace escala en Morena. La feroz batalla donde destacan los golpes bajos saturando al TEPJF, la mezquindad y la codicia orillaron a que en Palacio Nacional se explorara una salida alterna a una crisis que, además, ya contagió al Congreso de la Ciudad de México, donde hace semanas no se encuentran los mínimos consensos para designar al coordinador moreno. La pugna y división interna propicia una falta de institucionalización, desgaste y un paulatino debilitamiento que tendrá costos de cara a 2021 con la imposición de visiones propias.
De poco han servido los mensajes nada sutiles del presidente López Obrador que observa decepcionado lo que el poder absoluto ha ocasionado no sólo en la esfera legislativa y en su partido, sino entre su círculo más próximo. La ambición por controlar la elaboración del listado de precandidatos para el proceso electoral del año próximo es epicentro de la crisis.
El tiempo se agota y 2020 es el año para consolidar las bases del magno proyecto que necesita el acompañamiento de un partido con un liderazgo político consolidado que dé certidumbre en la incertidumbre. En la olla incontrolable de la efervescencia apareció el manotazo para impulsar un interinato con Alfonso Ramírez Cuéllar y pavimentar la llegada de Horacio Duarte. ¿La intención? Quitar haiga sido como haiga sido a Yeidckol Polevnsky.
Lo acontecido ayer, el desaseo y la falta de un liderazgo reconocido por el rebaño moreno revela la profundidad de los desencuentros y el encono entre las facciones que esperan el tianguis de la negociación político-electoral, olvidando que un líder sin partido fuerte y cohesionado que lo arrope y acompañe termina siendo presa de la coyuntura y su problemática.
@GomezZalce