Como en antaño, Claudia Sheinbaum, jefa del gobierno de la Ciudad de México, ofrecerá desayunos a estudiantes de nivel básico, es decir, a los que cursen la primaria para quizá así, mitigar un poco el hambre de niños y adolescentes que enfrentan problemas de alimentación.
Aunque la medida se ubique en el populismo partidario y presidencial, que practica a cada instante el presidente Andrés Manuel López Obrador, parece oportuna y acertada, ya que hacía muchos años que alumnos de primaria no recibían este beneficio gubernamental, que impusiera con todo el énfasis, -otro populista nato- el otrora mandatario, Adolfo López Mateos, con sus desayunos del IMAN (Institución Mexicana de Asistencia a la Niñez)
Cuando menos en la capital del país, la inversión inicial de mil millones de pesos podría convertirse en el arma que requieren las clases sociales de México, para exigir nuevas formas de subsidio en áreas específicas, en otros rubros donde existen muchas carencias.
Si bien es cierto que los mexicanos nunca hemos abandonado la idea de ser apoyados sino al cien por ciento, si a estándares que nos convengan por el régimen en turno, la entrega de desayunos a niños y adolescentes no parece descabellada.
Recuerdo en los albores de la década de los 60 cuando se entregaban en escuelas oficiales, desayunos a las clases más desprotegidas que recibían el singular alimento básico y para que el mismo llegara a niños cuyos padres, obtenían así como hasta la fecha, sueldos de miseria.
Y es en ese rubro, el de la alimentación, donde los mexicanos seguimos desprotegidos y no tanto por la falta de equilibrios en la balanza humana, sino por la escasez económica que enfrentamos todos por igual, ese desayuno caerá como combustible en automóvil a la hora de mayor tráfico.
Qué bueno que dentro de ese populismo rampante y siempre criticado por los acérrimos enemigos de la buena marcha de los sistemas, Sheinbaum ofrece algo digno de reconocer en estos momentos donde no alcanza ni un salario más o menos remunerable para adquirir insumos básicos.
Como reza el añejo adagio, “de que los funcionarios públicos se roben el erario” será preferible que lo derramen en las clases más desprotegidas y que mejor, en desayunos para niños y adolescentes que salen todas las mañanas de sus casas solo con la bendición de los progenitores.
Es cierto, no hay dinero que alcance para mitigar la hambruna nacional, pero por alguna acción contundente habrá de reconocerse que inicien los programas de beneficio colectivo que tanta falta le hacen a todos por igual.
Quienes han sufrido carencias económicas a través de la vida, saben lo que es disfrutar un desayuno básico aunque prevalezca en ese contexto, el siempre criticado populismo gubernamental.
Empero, como diría la máxima del afamado caricaturista mexicano de la época dorada del periodismo, Rius, en su comic nacional, Los Supermachos, “la panza es primero”.
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