Sin lugar a dudas, la factura 3.3 es ¡“un dolor de muelas”! (por no decir de otra cosa) que afecta a personas físicas y morales, en particular a las micro, pequeñas y medianas empresas del país.
Para todos es complicado elaborar las nuevas facturas 3.3. Como personas físicas con actividad empresarial, incluso hemos tenido que aumentar la dependencia respecto de nuestros contadores. Y como empresas crecieron nuestros costos y las tareas administrativas. Para las Pyme se ha convertido en un laberinto difícil de remontar, además de costoso.
¿Porqué no hacen más fácil el pago de impuestos? ¿Cuántos “procesos” para hacerlo hemos tenido que aprender los sufridos contribuyentes para, en poco tiempo, volverlos a cambiar, en los últimos años? Insisto, la factura 3.3 es uno de los retos más difíciles para los contribuyentes. He llegado a pensar que los expertos del SAT, que encabeza Osvaldo Santín, son seguidores de los verdugos más crueles de la historia.
Me reuní con el número uno del SAT y me explicó el tema. Resulta que la factura electrónica se la tenemos que “agradecer” a la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales, que en el sexenio foxista la solicitó para completar el ciclo de procedimientos que hasta ese momento ya se habían digitalizado. ¡Era lo único que faltaba!
El entonces jefe del SAT, Rolando Zubiría, inició el proceso y fue hasta 2014 que, con la reforma respectiva, nació la factura electrónica. Y esto llevó a que todos los contribuyentes migraran todos sus procesos a lo digital, lo que ha permitido una mucho mayor eficiencia recaudatoria y el aumento consecuente de los ingresos fiscales.
Entre 2012 y 2017 el padrón de contribuyentes creció 26.2 millones. Pasó de 38.5 a 64.7 millones, un aumento de 68.1 por ciento.
Además, se ha reducido notablemente la evasión fiscal: en 2009 los contribuyentes aportaban solo la mitad de lo que tenían que pagar. La evasión cayó en ISR de 48 a 19 por ciento; en IVA de 32 a 16 por ciento, y en IEPS de 12 a 5 por ciento.
Con la versión 3.2 de la factura electrónica había todavía muchas deficiencias. Con la 3.3 se están subsanado y se avanza en el equilibrio entre una mayor facilidad a los contribuyentes para pagar impuestos y un mayor control fiscal de las autoridades, que buscan además reducir el número de auditorías al contar con la información de los contribuyentes en tiempo real.
Los ingresos tributarios se han duplicado en este sexenio y se ha reducido la dependencia de las finanzas públicas de la factura petrolera de exportación. En lo individual, como personas y empresas, la factura electrónica 3.3 está siendo “un dolor de muelas”, pero, aseguran, es un proceso que llevará a la simplificación y rengueará positivamente para las finanzas públicas y el país. ¡A ver!
marcomaresg@gmail.com
Twitter: @marco_mares