Aún no se seca la tinta en las boletas electorales y se declara presidente electo y ya el ganador revienta el sueño “del cambio verdadero” hacia un rumbo que ya se veía predecible bajo el pragmatismo del lopezobradorismo dirigente y el obediente.
Para los lopezobradoristas con origen de izquierda es difícil superar el golpe de timón a favor de los lopezobradoristas de derecha, que hoy conducen ese tren hacia su ignominia.
Sin embargo, esto rebasa nuestras fronteras y de la misma manera que para el lopezobradorismo no existe América Latina (salvo por encargo de Estados Unidos) y siempre buscó convencer a Washington de que con él ganarían, hoy la izquierda partidaria latinoamericana agrupada en el Foro de Sao Paulo y reunida en Cuba ha demostrado también su correspondiente ignorancia de lo que está pasando en México.
La resolución de su último encuentro saludando y respaldando el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en México y al gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua, respectivamente, constituye un dislate lleno de olvido, oportunismo y falto de principios.
¿Qué tiene que ver el gobierno de Daniel Ortega, su corrupción y descomposición con los principios del sandinismo y lo que representó para toda América Latina? Esa resolución divide a la izquierda latinoamericana.
¿Cómo hacer creer que el lopezobradorismo triunfante, que ya doblega todo principio de soberanía frente a Donald Trump, propone como política la Alianza para el Progreso que en 1962 fue la punta de lanza de la contrainsurgencia norteamericana frente al ejemplo de la Revolución cubana y daba ayuda económica desde la punta de los fusiles a los Boinas Verdes entrenados en la Escuela de las Américas en Panamá?
¿Cómo saludar a un gobierno cuya segunda figura en el lopezobradorismo es Alfonso Romo, asesor financiero de Pinochet y de extrema derecha? ¿No bastó José López Rega en Argentina, que se propuso limpiar de izquierdistas al peronismo, mediante el terror y hoy se propone limpiar de izquierdistas al lopezobradorismo?
México está amenazado por el muro de Donald Trump y todo parece indicar que, en alianza con el lopezobradorismo, la frontera ya no estará en el río Bravo, sino que bajará hasta el istmo de Tehuantepec, donde López Obrador anuncia el gran proyecto para conectar el golfo de México con el Pacífico, pero que será en el fondo la gran frontera entre América del Norte y Centroamérica para frenar la migración y sellar la frontera con el sur desde el Istmo.
Esto significa que los principios del “Plan Puebla Panamá” están por cumplirse con la ayuda de López Obrador y Daniel Ortega. Esto significa que la amenaza del muro entre México y Estados Unidos fue el señuelo para recorrer la frontera hasta el istmo y que la ultraderecha norteamericana resultará triunfante con un muro interno en México, disfrazado de conectividad y actividad económica, que a su vez frenará de tajo, la migración centroamericana y caribeña que ofrece Trump a los suyos.
Estamos frente a un gran cambio geopolítico. La idea del muro está en la renegociación del TLC y se ha movido hacia el istmo. México quedará dividido por un muro interno, quedando incluso su riqueza petrolera en mejores condiciones de exportación.
¿Alguna reflexión de la izquierda partidaria del Foro de Sao Paulo y sus dislates sobre México y Nicaragua?
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@MarcoRascon