Pedro negó a Jesús tres veces

Laguna /

Tal cual relato bíblico, “Antes de que el gallo cante, me habrás negado tres veces”. 

La detención de Edgar N, procesado hoy por delincuencia organizada, ha desnudado algo más que una red criminal. 

Ha puesto al descubierto el cinismo de una clase política que cree que, con un boletín de prensa y un deslinde mediático, puede borrar la memoria de toda una región. 

Negar públicamente lo que en La Laguna es una verdad, no es negar la cruz de la parroquia, es negar la parroquia entera. 

Hablamos de una persona que asistía a reuniones oficiales, participaba en eventos públicos, se ostentaba con la vestimenta y los emblemas de “La Confederación”, y era reconocida como tal por autoridades, empresarios y actores sociales. 

Las fotografías, los videos y los testimonios de los sectores productivos que fueron extorsionados durante meses no mienten. 

El deslinde oficial de su dirigencia nacional no es un acto de justicia, es un intento de blindaje y de control de daños. 

Si se usaba “La Confederación” como fachada sindical para operar, para presionar y para controlar mercados mediante el terror, la responsabilidad no solo es administrativa, es legal. Negarlo es un insulto a los agricultores, ganaderos, transportistas y comerciantes que tuvieron que pagar "cuota" muchos meses y años. 

A la sociedad de la Laguna, no le basta una detención, es ingenuo pensar que una sola persona azotaba la economía de la región, ¿dónde están sus cómplices y sus operadores financieros?, ¿dónde están aquellos que permitieron que esto ocurriera sin consecuencias? 

Esta negación manda un mensaje aún más preocupante: que el poder con fuero, puede reescribir la realidad sin consecuencias. 

Porque si hoy se niega un vínculo público y evidente, mañana se va a negar a las víctimas, mañana se van a negar las denuncias y mañana se va a negar que la extorsión existió. 

En la Laguna hay un hartazgo contra una práctica recurrente del poder: negar, mentir, deslindar y escudarse en el fuero. 

La sociedad lagunera ya no calla, ya no acepta versiones que contradicen la versión pública y no normaliza la mentira como estrategia política. 

Si no hay más detenciones, en una investigación a fondo de la estructura sindical, entonces todo habrá sido solo un maquillaje para un problema que sigue vivo.

  • Marco A. Zamarripa

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