Elogio a España

  • Columna de María Doris Hernández Ochoa
  • María Doris Hernández Ochoa

Tamaulipas /

Ningún gobierno tiene el derecho ni el poder de imponernos la aversión o la simpatía por ningún país o persona. Es el actual caso de la relación de nuestro país con España, ahora en crisis, derivada de un inexplicable resentimiento “oficial” por añejos episodios de la Conquista, cuando ninguno de los dos países existían todavía en lo político.

El caso concreto de esa crisis es que no habrá por primera vez una representación oficial de ese país ibérico en la ceremonia de toma de posesión del nuevo gobierno federal, y se da a conocer la proclama de que nosotros los mexicanos “nos sentimos ofendidos por la decisión de los españoles de no asistir”.

Se dice que los viajes ilustran y hay que demostrarlo. Allí estaba la viabilidad en busca por conveniencia oficial de mejores relaciones con países europeos, de Oriente y de nuestra América.

Viajes para el consabido propósito de “estrechar relaciones”.

Pero se trajo de manera inoportuna el recuerdo de los 300 años del periodo virreinal y la exigencia de pedir perdón.

Pero tanto España, el Vaticano ni Austria, (por lo del penacho de Moctezuma) contestaron públicamente esas reclamaciones sin sentido.

Pero siguieron estas, no sólo a la Corona española, sino también a las empresas de ese país.

El caso es que los países de América Latina tenemos una influencia de origen tanto de España como de Portugal (en Brasil), cuyos conquistadores, es verdad que abusaron de los autóctonos y cometieron barbaridades.

Pero también contribuyeron a la fundación de instituciones, arribando misioneros de diferentes órdenes religiosas a enseñar el cristianismo, el idioma y a convivir de manera más digna.

Para barbaridades, los sacrificios aztecas. Luego llegaron españoles en grandes oleadas desde principios del siglo XX, no solo a emprender nuevas formas de hacer negocios y a enseñar tecnologías, sino también aportaron a la educación y a la cultura en general.

Diversas ciudades mexicanas fueron favorecidas por ese arribo, especialmente cuando procedían por el exilio de fines de los 30s.

Gracias a España, México ingresó al rico mundo de la cultura occidental, porque de otra manera, el sistema de vida original no tenía futuro ante la perspectiva del mundo progresista y competitivo.

Los reclamos internacionales pudieron tener más sustento si hubieran estado dirigidos a los Estados Unidos o a Francia por sus invasiones, cuando ya existía gobierno.


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