Los mexicanos no dejamos de asombrarnos por la gran cantidad de pillerías que se cometen en detrimento del sano desarrollo del país. Defraudación fiscal, venta de facturas, miles de “aviadores”, recursos desviados a fines ajenos, autoridades que dejan hacer y pasar, compras sobrevaloradas, grupos de poder intocables detrás de los delitos, “venta” de bienes inmuebles propiedad del municipio o del Estado… Es una lista larga, a cual más, supuestamente ingeniosa, cuyo propósito es hacerse de dinero de manera cuantiosa, rápida y quizá, segura. Vemos que los mexicanos nos dividimos entre los que producimos con nuestro trabajo honrado y cumplimos con la ley, y los que están en el bando que hace exactamente lo contrario. De allí se deriva la desconfianza de unos contra otros. En relación al problema de la gasolina y otros derivados del petróleo cuyo ataque frontal a su robo está ocasionando problemas en la capital y en algunos estados, se vislumbra que ese problema viene de origen y ha existido desde tiempos remotos, poco después de la nacionalización que decretó el Presidente Cárdenas. El lema de Pemex fue “Al servicio de la Patria”, pero se convirtió en “Al servicio de los enemigos de la Patria”. ¿Por qué no dejar en manos de empresarios el negocio de la gasolina? El aspecto ideológico ha prevalecido en el Estado, y no razones de tipo económico. El Estado sería más rico y con cero problemas, sin esa presencia abrumadora, como sucede ahora. Pemex produce 100% de las gasolinas que se refinan en México y compra 95% de las que se importan. El otro 5% proviene de las empresas que se iniciaron importando gasolinas en 2017 y 2018, las cuales no han reportado problemas. La gasolina llega a ellas de Texas por ferrocarril a las terminales de almacenamiento, se carga en pipas privadas y se vende desde las estaciones de servicio Exxon-Mobil. Cero robos y siempre abastecidas, como en Guanajuato y San Luis Potosí. La soberanía no tiene nada qué ver con quien produce y vende. Japón importa el 93% de los energéticos y… ¿pierde soberanía? Los ladrones de gasolina probablemente no harían de las suyas si el Estado no estuviese ocupado en algo que las empresas privadas pueden hacer, de forma eficaz. El tiempo de un Presidente es tan valioso que no debiera ocuparlo en perseguir a quienes nos avergüenzan: vestidos unos de obreros; otros, de casimir inglés. _
Todos afectados por el robo de gasolina
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María Doris Hernández Ochoa
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