Cuando me visitan mis nietos de 9 y 10 años trato de que pasen un rato agradable conmigo.
Vamos a mi jardín y les enseño como se llaman los árboles y plantas, después pasamos a los aromas: a qué huele el jazmín, la hierbabuena, la albaca, el orégano, la mejorana, el romero para pasar al árbol de limón y de naranja, en este tiempo no están en flor así que no vemos los azahares ni los podemos oler.
Me gusta que disfruten de los colores de las buganvilias, de las rosas, las granadas, el verde de los plátanos cuando aún no han dado su fruto, y que conozcan las plantas desérticas como la sábila, la rosa del desierto, el jade y platicarles de la labor que hacen las abejas para la polinización y para elaborar la miel.
El tiempo pasa rápido en una hora ya conocieron todo. El reto es cuál será la siguiente actividad.
Soy coleccionista de libros, todavía tengo algunos de cuando mis hijos eran pequeños, otros los regale. Pero me quede con algunos entre ellos.
¿Dónde está Walli? De Martin Handford es uno de los preferidos es un libro de imágenes.
El famoso Walli se esconde en una multitud que puede estar en la calle, en la playa o en la nieve.
Al personaje lo pueden reconocer por su playera de rayas roja y blanca entre miles de pequeños personajes. Un buen ejercicio para la memoria y para el ojo avispado.
Debo confesar que tengo una gran competencia con la televisión, sí esa de Amazon y Netflix en donde tienen miles de películas para niños, y no sólo eso sino también con los celulares.
Claro ellos todavía no tienen uno, pero se lo piden prestado a los papas.
Ahora bien, cuando empezamos a leer hacemos el ejercicio de comprensión. Leemos unos párrafos y luego los comentamos.
Las palabras que no saben las buscamos en el diccionario y sí tengo que decir que usamos Google y no sólo buscamos la palabra sino la imagen.
En ese sentido si agradezco a la tecnología la rapidez de encontrar los significados.
Algunos domingos leemos El principito de Antoine de Saint Exupéry en una edición que tiene imágenes, aun así hemos aprendido palabras nuevas y me incluyo como el árbol baobabs.
El otro libro que estamos leyendo es Platero y yo de Juan Ramón Jiménez. Poco a poco vamos conociendo a Platero y su entorno.
Y empiezo a decirles las comparaciones que hace el autor por ejemplo de la luna o del burrito.
Leemos en voz alta los tres y no abuso del tiempo porque se cansan y luego sale contraproducente.
Creo que ya les está gustando el ejercicio que es como un juego pero tengo que admitir que parte del premio es darles su domingo cuando terminamos y eso les gusta mucho.
Sí, es un reto la lectura con los niños pero vale la pena.