“No lo sé”. Con esta frase termina el libro de El Reino (Anagrama, 2017), un viaje de Emanuel Carrère en busca de Dios. Un libro de no ficción, autobiográfico, ensayo, y crónica. El libro tiene dos vertientes: el hombre joven que trata de encontrar a Dios en un momento de su vida en el que se encuentra en crisis existencial y donde trata con un corazón limpio de encontrar a Jesús y la “verdad”.
Su búsqueda lo lleva a leer el “Libro”, el antiguo y nuevo testamento, cada día escribe un versículo y hace una meditación del mismo. En su investigación empieza a leer a los historiadores y filósofos que han escrito sobre el cristianismo a favor y en contra a través de más de 2,000 años; un libro erudito en donde se encuentran las fuentes da cada autor.
El escritor se convierte, va a misa, comulga y trata de entender los dogmas de Fe: la trinidad, el misterio de la virgen, la resurrección y el origen del cristianismo. En esta primera vertiente va a tratar los temas contemporáneos de una sociedad en donde el mismo se describe como burgués y bohemio.
El libro tiene la otra vertiente paralela a la primera historia: ¿Quién era Jesús?, al que vamos a conocer a través de Pablo, “el converso”, que no fue apóstol y que sin embargo difundió la palabra de Jesús y creo las bases para el cristianismo. A Pablo lo conoceremos a través del evangelista Lucas. Un libro transgresor en donde el autor se pregunta sobre la fe, la duda, la redención y los rituales cristianos de aquella primitiva iglesia con un mensaje de transgresión de lo establecido y la desmesura de la fe.
Van algunas citas del libro El Reino que nos ayudaran a entender esa primera Iglesia de Pablo.
“Entras en el río, te arrodillas, el oficiante te mantiene unos instantes debajo del agua, dice con voz fuerte que te sumerge en nombre de Dios y se acabó, ya nunca serás el mismo. Esto se llama bautismo”.
“Levanta una copa llena de vino y dice que es su sangre. En silencio se pasan el pan y el vino alrededor de la mesa y cada uno come un bocado de pan y bebe un trago de vino. En recuerdo, dice Pablo de la última cena que el Salvador tomó en esta tierra, antes de que lo crucificaran. Después cantan una especie de himno en el que se habla de la muerte y resurrección”. El libro termina con la frase “No lo sé”, pero para los cristianos nos basta: “No saber y creer”.