Zoom y Whatsapp en tiempos del virus

LAGUNA /

Veo a través de mi ventana un mundo que me es lejano, en el parque hay gente paseando a sus perros, otros caminando alejados unos de otros, el saludo es de lejos, algunas veces llega un papá con sus hijos y les pone rutinas de ejercicio. Estoy confinada sigo trabajando en los libros que coordino para Milenio, hablo con los historiadores, leo mucho, oigo música, hago yoga, meditación y el día se va pasando, en la noche veo alguna serie. Perooooo …. Perooooo ….


Anhelo esos otros días llenos de sol, de amigos, de las comidas en familia donde elaborábamos “esos platillos especiales”, me encantaba hacerle a Pablo, mi nieto la tortilla española, y a María Emilia galletas de mantequilla y azúcar. Los dos disfrutan los conos con nieve. En mi casa hay un cuarto especial para mis nietos. En ese lugar pueden encontrar libros de niños como ¿Dónde está Wally? de Martin Handford. Ese libro era de mis hijos, tiene 30 años en la familia. Hay otros que son para colorear con lápices o bien acuarelas. Otras veces vemos por YouTube, el cuento musical Pedro y el lobo de Prokofiev, o escuchamos a Cri Cri y a la gallina pintadita. Y los chiquitos cantan y bailan con una abuela encantada de volver a la primera edad.


Ya no mas reuniones, al menos, la tecnología nos permite acercarnos a nuestros seres queridos. Con el video de Whatsapp, las llamadas son de impulso; claro que algunas veces están ocupados, los niños tienen sus clases en línea, los papás trabajan en casa, hay que esperar. Con el Zoom programamos la hora para que todos en la familia estemos juntos. Las llamadas son los domingos 11 a.m. hora México y 9 a.m. Los ángeles. Hijos, nueras, yerno, nietos todos nos vemos y platicamos, pasan recetas, recomiendan películas, libros, ejercicios, consejos para que la cuarentena sea más llevadera, hablan de política, la de aquí y la de allá, de economía. Sí, disfrutamos vernos, al menos estamos juntos por espacio de una hora.


Pero claro, no hay contacto físico, no hay comidas, ni reuniones. Los abrazos y besos son digitales. Nos vemos a través de una pantalla, que muchas veces temo decir no es nada favorecedora. Uff. Que nos sea leve, que esto pase pronto. Que regrese la bendita “normalidad”. Veremooos.

  • María Isabel Saldaña
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