Siendo la inseguridad pública el principal problema, de muchos que afectan a los mexicanos, los gobiernos suelen enfocar sus primeros esfuerzos para marcar un sello distintivo y comunicar que se están tomando acciones para recuperar la paz.
Por ejemplo, Vicente Fox creó la Secretaría de Seguridad Pública y le transfirió la rectoría de la Policía Federal Preventiva, que hasta entonces dependía de la Secretaría de Gobernación.
En el caso de Felipe Calderón a tan solo diez días de iniciado su mandato, adoptó una lucha frontal contra las bandas dedicadas al tráfico de drogas, conocida como la “Guerra contra el Narco”, que tres sexenios después sigue siendo muy cuestionada, pero que en su momento se consideró necesaria.
Peña Nieto argumentó la puesta en marcha de la Cruzada Nacional contra el Hambre como una manera de reconstruir el tejido social para lograr la pacificación del país.
López Obrador creó la Guardia Nacional, corporación que, al inicio de su sexenio aseguró que sería de corte y bajo un mando civil, para al final de su mandato, proponer su jurisdicción bajo el mando de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Ahora atestiguamos el lanzamiento de la estrategia de los primeros 100 días de Claudia Sheinbaum. Desde su presidencia se delineó un plan de acción que no por simple es menos congruente: atender las causas de la violencia, coordinación efectiva con gobiernos estatales, fortalecer a la Guardia Nacional, y priorizar las labores de investigación e inteligencia policial.
En Guanajuato se esperan acciones focalizadas en Celaya y León, que ocupan el cuarto y noveno sitios nacionales, respectivamente, en homicidios dolosos, y donde han sido identificadas las operaciones de los principales grupos de la delincuencia organizada que generan violencia. Se requieren acciones efectivas, más allá de efectistas, que puedan sostenerse en el largo plazo y trasciendan las fechas emblemáticas. A nadie conviene una efervescencia que se extinga en la aduana de los cien días, la primera semana de enero.