Escribo estas líneas imaginando el resultado del debate entre la candidata y los candidatos al Gobierno de la CdMx. Ella y ellos hablarán de sus proyectos, y debatirán, y nosotres los valoraremos. Deseo que Clara Brugada gane el debate, es más, apuesto a que triunfará. A lo largo de estos días ella ha comunicado los puntos centrales de su agenda, entre los que destaca la red de centros de cuidados, que va desde los espacios de desarrollo infantil hasta las casas de día para las personas adultas mayores y los centros de rehabilitación a personas con discapacidad, pero no voy a hablar ahora de este crucial proyecto. De cara al debate que se avecina, quiero comentar una cuestión importante de su gestión pública, pues considero que es la clave de su éxito.
Conocí a Clara en 1985, cuando coincidimos en torno al movimiento de las costureras afectadas por el terremoto, y desde entonces, a lo largo de ya casi 39 años, nos hemos encontrado en diversas ocasiones, defendiendo causas que compartimos. Recientemente, al visualizar su forma de gobernar Iztapalapa, me asombró su tenacidad para construir una nueva institucionalidad pública y lograr un mejor funcionamiento de la delegación, ahora llamada alcaldía. En la reciente revisión de la Cuenta Pública, que realiza la Auditoría Superior de la Federación a las alcaldías, Iztapalapa destaca como la única donde se llevó a cabo, y cito textual, “una gestión eficiente, transparente y razonable de los recursos”. En cambio, todas las restantes tienen señalamientos negativos. El reporte sobre la alcaldía Benito Juárez habla de un probable daño o perjuicio a la hacienda pública por más de 14 millones de pesos. Por ello, ya se iniciaron dos promociones de responsabilidad sancionatoria por irregularidades en Obra pública y Adquisiciones.
La comparación es más que elocuente. La gestión de esta economista ha sido muy responsable y muy creativa. Además, sus acciones de gobierno, como las Utopías, muestran que se puede gobernar con una visión feminista buscando la integración y deteniendo la erosión del quehacer público, tan contaminado por la corrupción. En cambio, a la visión conservadora de Taboada, a la que encima le falta la interseccionalidad y le sobra arrogancia clasista, se suma el descrédito del cártel inmobiliario y ahora, el reporte de la Auditoría Superior de la Federación.
Clara Brugada ha desarrollado su función pública de forma muy profesional y transparente, eliminando el clientelismo y el coyotaje que caracterizan lo que ocurre en las demás alcaldías, y ha demostrado que es posible impulsar un muy buen servicio en la administración pública. Para avanzar en las posibilidades de una vida política más productiva y más plenamente democrática hay que partir de que las cosas no cambian por arte de magia, sino con una visión política y una congruencia ética sostenidas, como las que Clara ha mantenido.
A eso se suma otro elemento indispensable: el desarrollo de una forma política que despliegue un trato civil. Civil viene de civis, ciudadano y se aplica a las personas que se comportan debidamente en sus relaciones con otras. Sus sinónimos son correcto, cortés, educado, amable y sociable. Lo incivil es lo grosero, mezquino o vil. Un aspecto de la civilidad en política es aprender a discutir públicamente. Y en México es notable la dificultad que hay para debatir civilmente, confrontando proyectos, sin retóricas agresivas e insultantes. En nuestro país existe la percepción de que, como dice el dicho: “El que se pelea, pierde”. No es raro, entonces, que no sepamos pelear abiertamente, y que le huyamos a la polémica. Mi experiencia con Clara es que ella debate con argumentos sólidos, incluso con contundencia y, dado que tiene una gestión pública transparente, eficiente y creativa de tal dimensión, no hay candidato que pueda competir con ella.
Por eso, en el próximo debate del domingo, la diferencia que veremos no es tanto la de los desacuerdos y coincidencias que pueden surgir con las visiones políticas de los candidatos, sino el hecho de que la diferencia mayor de Clara radica en el avance concreto que ha logrado en justicia social y, encima, actuando con una atípica transparencia y responsabilidad. Es por ello que apuesto que ganará no solo el debate, sino la Jefatura de Gobierno. Eso le deseo a nuestra querida Ciudad de México, una gobernante que logre limpiar las prácticas corruptas que siguen asolando a la ciudadanía, y que es capaz, como ya lo demostró, de hacer realidad utopías que beneficien a todes. Por eso, aunque quiero y respeto a Salomón Chertorivski, es que voy a votar por Clara.