Voto o espada

Ciudad de México /

He estado haciendo campaña por Clara Brugada en los espacios en los que me muevo, en especial, entre feministas y también con mis colegas de la UNAM, y aunque la mayoría piensa votar por Clara, me ha sorprendido que varias personas me han dicho: “Pues yo no voy a ir votar”. Algunas lo dicen porque están convencidas de que la ventaja de Claudia es tal, que ya ni importa salir el día de la elección. Otras, en cambio, tienen una razón más personal: “AMLO nos insultó a los universitarios, pues nos acusó de neoliberales, y como tampoco quiero votar por el PRIAN, mejor ni salgo”; incluso hay quienes me han dicho que no van a votar porque están hartas de “la agresividad (u otras palabras más fuertes) del presidente en sus mañaneras”. O sea, hay quienes están muy confiadas, hay quienes tienen flojera y hay quienes están enojadas con AMLO. ¡Wow! Voy de sorpresa en sorpresa.

Ante ese tipo de decisiones electorales que me desconciertan quiero traer a colación una intervención de mi primer psicoanalista, el doctor Ramón Parres. Sus palabras me sirvieron, y hasta la fecha lo siguen haciendo, para darme cuenta de que en ocasiones reacciono de forma equivocada. Hoy me sirven para interpretar el rechazo de algunas de mis colegas, en especial, de las que dicen que van a votar “en contra de MORENA, porque no tolero a Andrés Manuel”.

La imagen que Parres utilizó para ilustrarme acerca de cierto tipo de mecanismo que las personas llegamos a desarrollar es la siguiente: hay quienes, para pinchar a alguien que está a su espalda, se atraviesan a sí mismas con una espada. La imagen es muy elocuente: te clavas una espada en el abdomen, haciéndote una especie de inicio de harakiri, para que la punta salga por la espalda y así pinchar a la persona que está parada atrás. Parres me soltaba esta tremenda imagen con la intención de que me diera cuenta de cómo cierta reacción mía, con la cual yo esperaba afectar a otra persona, lo que en realidad estaba haciendo era fregarme a mí misma. Hoy, cuando escucho a algunas feministas y colegas decir que no quieren votar a MORENA, me recuerdan ese mecanismo: ¿no se dan cuenta de que para supuestamente fregar a AMLO se van a fregar a ellas mismas?

En el México de hoy, está presente la conciencia de lo no alcanzado y también de lo que se deseó alcanzar. Yo veo muchos avances, y también me frustran algunos problemas que no se han resuelto. Pero en este momento electoral todo se pinta de blanco o negro. Somos un país que, no obstante los impresionantes logros, seguimos desgarrados por distintos procesos y por muy malas costumbres. Y eso hace que muchas personas se vean invadidas por la desesperanza, la cual en ciertos casos toma forma de rabia, y en otros de la apatía o del desinterés. ¿Para qué salir a votar?

En una elección como la que viene es necesario tener en cuenta que el contexto electoral, con sus ya interminables campañas y debates, es, como dijo Daniel Innerarity, un momento de máxima incertidumbre, cuando el principio de que todo es posible planea sobre todos como una promesa o una amenaza. Yo vivo como una amenaza la displicencia a votar de algunas de mis compañeras.

Votar no solo es un deber ciudadano, es una forma de expresar nuestra esperanza por el futuro. Para mí, chilanga empedernida, mi apuesta es por la utopía que encarna Clara Brugada, con sus UTOPÍAS y su inteligente y honesta gestión como alcaldesa de Iztapalapa. Mi apoyo a Clara es por su congruencia con la utopía compartida de que podemos tener otra calidad de vida si hay otro tipo de gobierno. Hay personas que interpretan “utopía” como algo que se sueña, pero no llega a concretarse. Pregúnteles a quienes asisten a las UTOPÍAS en Iztapalapa cómo ha cambiado su calidad de vida. La utopía puede ser una vida distinta.

Recordando lo que me decía Parres, pienso que esas compañeras que tratan de “lastimar” a AMLO son también una expresión del desencanto posmoderno. No resulta fácil soportar la carga de malestar que esta época impone. Compartir un proyecto político que ofrece la esperanza de que hay en el futuro cierta garantía de que algún día cesará el dolor provocado por las carencias materiales, es lo más parecido a la felicidad. Veo que son varias las personas que no cuentan con un proyecto que apunte, de algún modo concreto, a definir modos de disminución del sufrimiento y la desesperanza reinantes. El anhelo de remediar los males presentes y la ilusión de una vida plena, son lo que posibilita que el camino a recorrer encuentre un modo de justificar su recorrido. En eso consiste la utopía de Clara, creo yo.

Y aunque, afortunadamente, votar está en nuestras manos, es necesario reflexionar acerca de si se vota “por algo” o “contra alguien”. Pienso en varias de mis amistades argentinas, que al votar “contra” el peronismo, votaron a Milei. ¡Hoy se jalan los pelos desesperadas al darse cuenta de que votar con la víscera cobra una factura muy alta!


  • Marta Lamas
  • Antropóloga, catedrática de ITAM y UNAM, integrante del Consejo Asesor de Clara Brugada y fundadora y presidenta de la Asamblea de GIRE
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