Hace poco regresé, tras mucho tiempo, a la Segunda Sección del Bosque de Chapultepec, uno de los sitios más hermosos de CdMx.
No podía dejar de visitar el Museo de Historia Natural (MHN), que desde que era niño ha despertado mis fantasías.
No esperaba hallarlo con salas totalmente renovadas, museografía asombrosa y una riqueza sorprendente, al nivel de los mejores del mundo. Y menos esperaba toparme, en domingo, nada menos que con su directora, la maestra Mercedes Jiménez del Arco, cuyos conocimientos, liderazgo y sobre todo enorme entusiasmo fueron vitales para darle nueva vida a este emblemático museo.
La historia del MHN da para una novela. Se remonta al virreinato, cuando en 1790 se fundó el Gabinete de Historia Natural. (El actual MHN estaría entonces cumpliendo este mes, en última instancia, 228 años.)
Posteriormente, y con los distintos cambios y gobiernos que sufrió nuestro país, el acervo del museo ha pasado por las más variadas aventuras. En 1913 llegó el Museo del Chopo. Ahí permanecería hasta 1964, con sus fósiles y animales disecados, las “pulgas vestidas” y el famosísimo dinosaurio: la réplica en yeso del esqueleto de un Diplodocus carnegiei, de 27 metros de largo y cuatro de alto, donado a México a petición del pionero de la biología Alfonso L. Herrera en 1931.
El majestuoso dinosaurio, junto con gran parte del acervo del Chopo, se mudó a Chapultepec en 1964, cuando se construyó el actual MHN (hoy perteneciente al gobierno capitalino) en la famosa estructura de 10 domos de colores que ha maravillado a tantas generaciones.
De los años 60 para acá, el Museo se fue deteriorando, pero a finales de 2013 se anunció un plan para renovar la Segunda Sección del Bosque, que incluyó el Museo. Así, el 20 de marzo de 2018, tras un arduo trabajo y una inversión de 220 millones de pesos, se inauguraron cuatro bóvedas renovadas con nuevas exposiciones: “Evolución de los seres vivos”, “Diversidad biológica” y “México megadiverso”.
Ahí encontré, además del viejo Diplodocus, un perezoso gigante, un pterodáctilo, una enorme tortuga laúd, un tigre dientes de sable, un ñú e infinidad de otros ejemplares de reptiles, aves, insectos, anfibios y mamíferos. Y mucho más, como un árbol que representa la evolución y una enorme pantalla interactiva con un programa llamado Deep tree, donde uno puede explorar el árbol evolutivo completo de los seres vivos sobre la Tierra.
Si tiene un rato libre, dese la oportunidad de visitar o regresar al nuevo Museo de Historia Natural de esta gran CdMx. No se arrepentirá. Abierto de martes a domingo de 10 a 17 horas; costo, solo 27 pesos.
Una última reflexión: la renovación del Museo no ha terminado; lo que hay es solo el inicio de un proyecto mucho más amplio para renovar las áreas restantes y construir un moderno edificio anexo para alojar adecuadamente las colecciones, áreas administrativas y de investigación. La actual administración ha trabajado para dejar asegurados los fondos necesarios. Será imperativo que el nuevo gobierno reconozca la importancia de mantener el apoyo a esta importante institución para continuar su modernización. Conociendo la trayectoria e interés por la cultura científica de la próxima jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, no dudo que así será.
mbonfil@unam.mx
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