Corredor, franja: grietas

Ciudad de México /

Una primera constante en los ánimos de los fanáticos es la exaltación a lo que llaman sus raíces, territoriales, religiosas, políticas o sociales. La segunda, es ignorar cuáles son los fundamentos de dichas raíces, sus principios rectores y perderse en la cerrazón, la violencia y el desprecio.

A casi un año del 7 de octubre, agota el recuento de la barbarie. Por rigor y dignidad, debo insistir en los aún secuestrados por Hamás, los ejecutados, las decenas de miles de asesinados en Gaza, los mutilados, los niños enfermando. No merecen el olvido al que han sido sujetos.

Ben Gvir, ministro de Seguridad Nacional, habló de construir una sinagoga en el complejo de la mezquita Al-Aqsa. Jordania, guardián de los sitios sagrados, protestó la provocación.

Hace unos días, cuando Netanyahu presentó un mapa en su versión del río al mar, borrando de la existencia palestina a Cisjordania, volvió a mostrarse en el espejo que, al lado opuesto, llenó los discursos de la insensatez. A pesar de reclamos de la comunidad internacional, se cumple una semana de incursiones de las Fuerzas de Defensa Israelíes en el West Bank. El otro territorio.

Alrededor del último fracaso en un acuerdo de cese al fuego, Egipto fue el primero en rechazar la insistencia de Netanyahu para mantener el control de la franja fronteriza con Gaza, que Israel nombra el Corredor de Filadelfia. Emiratos, Qatar y Arabia Saudita le respaldaron. Es un no definitivo en la seguridad regional árabe.

Ni los países árabes moderados, Israel u Occidente aguantan mucho más el distanciamiento entre sí.

Un poco de conocimiento sobre la civilización y sociedad árabe, enseña que los fanatismos acercan al derrumbe de su cultura. Un daño similar al que pueden ocasionar a Israel las acciones de su gobierno.

Si todas las guerras dejan de ser noticia, lo hacen con mayor velocidad al tener en sus polos contrarios a los parecidos.

El ascenso de Sinwar al frente de Hamás, luego del asesinato de Haniyeh, deja un aprendizaje incómodo para muchos: hay nombres que no hacen cambio si se deben a un sistema tan detestable que sólo alimenta sus peores vocaciones. Ese sistema tiene un paralelo que permitió a Netanyahu como a Ben Gvir, Smotrich o Gallant. 

  • Maruan Soto Antaki
  • Escritor mexicano. Autor de novelas y ensayos. Ha vivido en Nicaragua, España, Libia, Siria y México. Colabora con distintos medios mexicanos e internacionales donde trata temas relacionados con Medio Oriente, cultura, política, filosofía y religión.
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