Día después

Ciudad de México /

Somos una sociedad que está pagando sus malentendidos. Poco ha sido tan nocivo como la idea de que la política es únicamente partidista. Sea oposición o gobierno.

Algunos principios definen el campo de convivencia democrática. En éste o cualquier lado. Se pueden desechar, pero dejaremos de hablar de ella.

Cuando las reformas constitucionales tienen efectos sobre el diseño de país, la ética política pide la convocatoria de un Constituyente. Ninguna ética es una condición implícita. Se actúa o no desde ella.

En su lugar, el oficialismo minimizó esa relación de consecuencias. La conciencia del futuro separa de otras modificaciones, incluso de gran envergadura, pero naturales a la adecuación regular, para las que el voto del grupo mayoritario se admite suficiente.

El argumento en oposición parte uno de esos principios elementales. Bajo códigos de habitabilidad política, cambiar el modelo de nación y régimen de gobierno pide un mínimo acuerdo de todos los sectores representados en una sociedad.

Las consecuencias de las reformas y acciones de gobiernos entrante y saliente forman parte de un diagnóstico bien desarrollado.

Si el grueso de las demás fuerzas políticas está encumbrado en su mediocridad, nada de eso legitima el desprecio del oficialismo a las inquietudes ciudadanas en rechazo. Así sean minoritarias. Es la diferencia entre gobernar una democracia compleja e imponer sin decencia el peso de la mayoría.

Una inmensa dosis de arrogancia facilita negar advertencias internas y externas. Aquí es agotadora la utilidad de agitar banderas.

De interesar algo más que la reivindicación, la probabilidad de que sea correcta una mínima parte en la lectura de quienes nos oponemos al grupo de reformas, llamaría a una prudencia que sólo la ingenuidad espera.

El oficialismo demostró que, para sus pilares fundadores, recapacitar o negociar son una derrota. Por ello la próxima administración prescinde de algo parecido a un bono democrático.

Salir de nuestra trampa exige no estancarse en el diagnóstico y obliga a pensar cómo se construye una oposición en el entorno actual. Autoritario, irresponsable, negador de la realidad.

Quizá la urgencia lleve a este país a entender cómo hacer política.


  • Maruan Soto Antaki
  • Escritor mexicano. Autor de novelas y ensayos. Ha vivido en Nicaragua, España, Libia, Siria y México. Colabora con distintos medios mexicanos e internacionales donde trata temas relacionados con Medio Oriente, cultura, política, filosofía y religión.
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