No me sumo a las esperanzas de algunas voces públicas en Medio Oriente alrededor de la llegada de Trump a la presidencia y la estabilidad en la región. Si bien su personalidad es afín a los modos de la zona, también es muestra de su desagrado frente a la necesidad de profundizar algo similar a soluciones de largo plazo.
Las ideas de paz mediante la fuerza a menudo sirven para exaltar, no para ponerle un alto al delirio.
Tres eventos establecen un ambiente donde el movimiento de colonos en el West Bank avanza como la estrategia a seguir.
Si por lo pronto no es posible pensar en la coexistencia, para Smotrich, ministro de finanzas, el entorno le facilita hablar de ocupación y control del este de Jerusalén.
Seguido del triunfo de Trump, Netanyahu nombró a Yechiel Leiter, activista a favor de los asentamientos, como futuro embajador de Israel para Estados Unidos.
La nominación de Trump a Mike Huckabee como su próximo embajador en Israel establece el tono del diálogo que busca Washington a partir de enero. Huckabee respalda los asentamientos a pesar de encontrarse fuera del derecho internacional, les nombra simples comunidades. Rechaza el nombre Cisjordania para insistir en Judea y Samaria.
En un encuentro del partido que encabeza, Smotrich no sólo felicitó al presidente electo, anunció que 2025 será el año de ejercer la soberanía de Israel sobre el West Bank. Recordó a su primer periodo como el tiempo de legitimación de los asentamientos sobre, precisamente, Judea y Samaria.
En el encanto por las formas del próximo poder en Washington coinciden el Tel Aviv de Netanyahu y el doble discurso de los liderazgos árabes del Golfo. Luego tratarán de ignorar sus propias contradicciones.
Mohammed bin Salman, MBS, cabeza de facto del reino saudí, quien mantuvo una relación más que cercana con Washington durante la primera administración Trump, convocó en Riad una cumbre islamoárabe. Luego de recalcar la condena a las operaciones en Gaza y en Líbano, logró el consenso para el apoyo a que Jordania mantenga su papel como guardián de los sitios sagrados en Jerusalén.
Los planes de Smotrich, Huckabee y Leiter, no conviven con lo dicho en Riad. Quizá, la mala política era mejor que la locura.