Las alas de Emily Dickinson

Ciudad de México /

Las ruedas de las aves. Emily Dickinson. Traducción de Juan Carlos Calvillo. Aquelarre Ediciones/ Los Otros Libros/ Ediciones La Rana. México, 2023.

Emily Dickinson fue una escritora estadounidense atípica del siglo XIX que supo intercalar la lucidez en su escritura con sensibilidad. Como a muchas mujeres de esa época, le tocó vivir invisibilizada, sometida a usos y costumbres que no deseaba realizar. Acaso, decepcionada porque no podía hacer nada para llevar a cabo su autonomía, decidió vivir aislada. En una suerte de encierro contra el régimen patriarcal, optó por refugiarse en sus letras y, lo más sorprendente, es la evolución y la visión moderna que se palpa en sus versos.

La poética dickinsoniana no remite sólo a un juego de luces y oscuridades, no se conforma con describir su hábitat o enfatizar en el desasosiego, sino que posee simbolismos y recursos que rompen con la semántica como los guiones, por ejemplo. En un espacio literario donde lo más vital y nuevo era la poesía de Whitman, logra, a partir de sonidos, silencios, guiones, mayúsculas que irrumpen en la página y demás herramientas que dieron lugar a la escritura fragmentaria, consolidar un estilo con intensidad poética. Se escucha simple mas no lo es. Incluso en nuestra época, cada vez atestiguamos que hay autores publican y publican, pero no logran un estilo, esa propuesta que los hará alejarse del balbuceo y de lugares comunes.

En ella es el silencio el que, en sentido figurado, grita por una mejor oportunidad ante la vida. Y aquí se le presentan dos opciones en las que hurga metafóricamente: el sueño de una mejor vida, y si esta última no existe, entonces un sitio “habitable” sería la muerte. Aunque también la naturaleza es parte de su poética, la muerte es un asunto que asimila y que observa con naturalidad. A diferencia de Poe y Baudelaire para quienes la muerte es algo terrible e irremediable, para Dickinson se trata de una vieja amiga que se sube a una carreta y ella la acompaña, pues esa amiga impertinente aparece en el día más esplendoroso y, en contraste, la belleza habita en el sigilo nocturno.

Esto no quiere decir que su poesía se centra en la oscuridad, de ninguna manera; al contrario, acepta que el tiempo no puede detenerse como ella quisiera, y que tarde o temprano tendrá una cita con esa amiga de la carreta. Es la Naturaleza efímera la que discurre en su escritura. “Salir de un Abismo para volverse a meter—la Vida es eso, ¿no es así?”, escribe.

El aforismo, la sentencia, también es parte de ese mundo que exhibe. Al parecer aquí no es importante la contundencia, el querer tener la razón o la verdad sobre todas las cosas, sino la forma en que se dice y lo que sugiere. La escritora opta por no ser evidente y deja que el lector saque conclusiones. Lejos de cualquier tipo de pretensiones intelectuales, Emily Dickinson es más una poeta de susurros, de lo efímero y adoradora de la Naturaleza; sí, con mayúscula como ella lo escribe.

Las ruedas de las aves. Emily Dickinson

Por otro lado, también destaca su visión atemporal en sus reflexiones: todo ser vivo, el entorno, los pájaros en especial y su fascinación por las alas, los insectos, el mundo que aparece diminuto pero con calidez y bienestar, seguramente mejor que el de ella. “El Hogar más hermoso que yo he visto/ se construyó en una Hora/ Lo hicieron dos Sujetos conocidos/ una Flor y una araña a solas—/ Una mansión de encaje y de Satén—

Otro de sus recursos metafóricos lo emplea con las aves, portadoras de sus mensajes, desvelos y delirios: “El recado de Un Ave/ es mejor que millones de palabras/ una vaina no lleva/ más que una sola espada”.

Precisamente son esas aves que vuelan y llegan hasta donde la poesía de Dickinson quisiera arribar. Hay una historia curiosa relacionada con su escritura, una suerte de rescate cercano a lo arqueológico. Cuatro años después de su fallecimiento, en 1890, se editó su primer libro. Lo complicado de su obra es la dispersión de los originales, la atracción que tenía por utilizar sobres, pedazos de papel, cualquier espacio pequeño o cartas que ella no se decidió a enviar. Es como si pensara que esos materiales fraccionados fueran alas de pájaros, en donde podía escribir y, por ende, volar. Los papeles originales los conserva la Biblioteca Houghton de la Universidad de Harvard.

En la presente edición hecha por Juan Carlos Calvillo, traductor y especialista en la obra de Dickinson, es posible ver esos trazos de letra apretada, pequeña, ligada. Algunos expertos han dicho que su caligrafía representa una persona de carácter introvertido y meticulosa.

“De los 1789 poemas que se tienen documentados a la fecha, cerca de la tercera parte la mandó Dickinson adjunta a sus cartas, incluso a renglón seguido. Más allá de esa difusión casi excepcional, Emily nunca buscó publicar sus escritos: tal parece que se conformaba con crearlos, con darles un hálito de vida, si acaso con leerlos en voz alta. El hecho de que los tengamos hoy es el resultado de una corazonada que no por azarosa debe dejar de agradecérsele a su hermana Vinnie, que fue la que encontró desperdigados por toda la casa, los vestigios de una existencia grafomaniaca precisamente en el momento en que dicha existencia llegó a su fin”, escribe Calvillo en el prólogo.

“No hubo nunca Fragata como un libro/ Para ir a las Tierras más lejanas”, dice un famoso poema de Dickinson. Aquí es posible ver el antecedente de su exploración, acaso como un palimpsesto de su escritura; es decir, lo que está antes, lo que sucedió para que años después evolucionara en la Fragata que conocemos.

Calvillo recuerda que Emily Dickinson juega con distintos formatos al escribir en papeles dispersos. Tal vez ella nunca imaginó que su hermana iba a dar con todas esas alas rotas, y que más de un siglo después iban a unirse en un aviario. Hoy podemos ver cómo atraviesa el aire la poesía de Dickinson, sin duda, una gran autora.


Por Mary Carmen Sánchez Ambriz

@AmbrizEmece


  • Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • mcambriz@hotmail.com
  • Ensayista, crítica literaria y docente. Fue editora de la sección Cultura en la revista Cambio.
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.