Através de la historia han evolucionado mucho las formas en las que convivimos los humanos. Si nos remontamos a más de 10 mil años, en nuestra etapa nómada como cazadores recolectores, donde aún no existían las ciudades, los grupos de seres que se unían para su protección no ascendían a más de 50, migrando de lugar en lugar en búsqueda de alimento, agua y condiciones climatológicas propicias.
En esas épocas remotas, los antropólogos han estudiado y determinado que los líderes eran seleccionados por su capacidad de liderar con determinación y habilidad para hacer las mejores decisiones en beneficio de todos. Eran los más capaces para mantener al grupo seguro y con el mayor bienestar posible. Sin embargo, también existía un elemento de coerción y fuerza del líder.
Con el tiempo, después de que nuestra especie migró a una sociedad agrícola, en donde las cosechas permitieron que emergieran las primeras ciudades, se vislumbró la época de los gobiernos. Por miles de años imperó el sistema monárquico, donde un individuo gobernaba sin necesidad de rendir cuentas a los gobernados. Este sistema contrastó por completo con la democracia, donde en la teoría se debería respetar la voluntad de las mayorías.
Actualmente se observa que el 99% de los países del mundo tienen sistemas con elementos democráticos. Sin embargo, aún se mantiene una inercia de algunos gobernantes por no respetar la voluntad popular y gobernar para sus intereses y no en pro de todos.
Platón, discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles, reflexionó mucho sobre la cuestión del gobernante idóneo. Él llegó a la conclusión de que el gobierno debería estar a cargo de un decano filósofo. Una persona ética con experiencia. que por medio de la razón conozca del mundo y de la naturaleza humana.
Esto podría traducirse a que la persona que aspira a gobernar cuente con dos elementos: la ética y la capacidad comprobada. De nada sirve que un gobernante sea muy capaz y preparado si no tiene ética. Tampoco sirve que un gobernante sea sumamente ético cuando no tiene idea de lo que está haciendo.
En NL llevamos viviendo una crisis política, que se desparrama y provoca otras crisis como la de seguridad, del aire, del agua, entre otros. La única manera de solucionar el problema es liderando con ética y preparación. Los gobiernos del PRI, PAN, un independiente y Movimiento Ciudadano han gobernado sin ética ni preparación. Ya es hora que lleguen cambios de gobierno en donde las y los líderes cuenten con ética comprobada, así como capacidad comprobada. De nada sirve uno sin el otro.