A través de la historia, y en todas las latitudes, siempre han existido dos grandes corrientes político-sociales. La corriente progresista y la corriente conservadora. La corriente conservadora, también llamada reaccionaria, siempre ha pretendido mantener las cosas como están. Mantener privilegios de las clases acomodadas.
A través de la historia fueron los partidarios de las monarquías, los partidarios de la oligarquía económica, de los fueros militares y eclesiásticos, de los excesos. Fueron y son los que se organizan para engañar a las mayorías en hacerlos pensar que gobiernan para su bienestar, cuando en la realidad solamente les interesa hacer negocios.
Una y otra vez en el mundo, a pesar de que los conservadores han contado con el apoyo del clero, de algunas familias ultra-acaudaladas, y en muchas ocasiones del mismo ejército regular, la corriente progresista ha salido victoriosa. Esto se vio con los movimientos de independencia de América Latina.
En el caso mexicano se observan estas victorias cuando se separaron las funciones del Estado con las de la Iglesia. Cuando se logró expulsar a Santa Anna del país e instaurar una Constitución democrática republicana. Cuando se logró reconocer el voto de la mujer. Cuando logramos expulsar a los monarcas de nuestro país. Cuando se derrocó a Porfirio Díaz. Se vio con la inclusión del Artículo 123 de nuestra Constitución que garantiza los derechos de los trabajadores y la incorporación de los programas sociales por impulso de nuestro presidente López Obrador.
Sin duda que los avances históricos, en México, pero también en todo el mundo, de los progresistas (también llamados de izquierda) han permitido que miles de millones de seres humanos vivan mejor. Ha generado una conciencia que nos encamina hacia la convivencia armónica y el bienestar. Sin embargo, como la bestia Quimera de la mitología griega, los conservadores se resisten a morir. Se resisten a reconocer que la gente cada vez está más informada e involucrada.
Esta es la situación que vemos en México. Un repudio al conservadurismo representado por su candidata Xóchitl Gálvez (apodada Xóchitl Fox por sus similitudes y cercanía con el ex presidente Vicente Fox) y un apoyo desbordado por Claudia Sheinbaum, la candidata progresista que representa la continuidad de la Cuarta Transformación. Vientos favorables para la Cuarta Transformación en México con todas las encuestas posicionando a la candidata Sheinbaum entre 20 y 32 puntos arriba. Para cualquiera que no tenga sesgos cognitivos, resulta evidente que la Cuarta Transformación continuará, ¡y más fuerte que nunca!