1520, el año de la viruela

  • Columna de Mauricio Mejía
  • Mauricio Mejía

Ciudad de México /

Hace medio milenio estaba por producirse uno de los grandes acontecimientos de la Historia. Ya se habían encontrado Moctezuma y Hernán Cortés y los planes de la conquista de México Tenochtitlán adquirían un ambiciosa celeridad. Europa pasaba por la Reforma y Fernando de Magallanes surcaba las ariscas olas de Sudamérica. El mundo estaba a punto de transformarse para siempre. El comercio uniría Oriente con Occidente, pasando por la Invención de América. Fue un teatro de grandes sucesos, un pequeño, pequeñísimo personaje de reparto jugaría un papel determinante en la tragedia del destino.

Con los españoles, regresó el caballo a América. Y llegó un viajero desconocido. Llegó de muy lejos, en longitud y tiempo. Se estiman sus primeros síntomas en el distante Egipto. O en India. Su protagonismo no exige exactitud.

Cuenta Yuval Noah Harari, en un estupendo libro -Homo Deus- que el 5 de marzo de hace 500 años una pequeña flotilla española zarpó de Cuba con dirección a México. Unos 900 efectivos viajaban en las naos, acompañados de esclavos africanos y caballos. Entonces, el acontecimiento: Uno de esos esclavos, Francisco de Eguía, cargaba en su cuerpo un arma letal, que no era de acero ni de fuego. “Francisco no lo sabía pero entre sus billones de células había una bomba de tiempo biológica: el virus de la viruela. En cuando desembarcó en México el virus empezó a multiplicarse exponencialmente en el interior de su cuerpo, y acabó por brotar sobre toda su piel un terrible salpullido”.

En Cempoallan -añade Harari- llevaron a Franciso a una cama de nativos. Lo que sucedió después fue una verdadera catástrofe. La familia fue contagiada, luego los vecinos, luego otros pobladores, luego la región entera. Y luego…

En septiembre -por alguna razón, en México las tragedias suceden en septiembre- la viruela, ese pequeño viajero, hizo su arribo al Valle de México. Un mes más tarde, sin pagar tributo, se incubó en la gran ciudad de los aztecas. “En dos meses, al menos un tercio de la población pereció, incluido el emperador Cuitláhuac”. Sostiene Hirari que la población mexicana, en la primavera de 1520, era de 22 millones de personas; en diciembre, de únicamente 14 millones.

En 1521 cayó Tenochtitlán. Nació un nuevo país y una nueva forma de comercio universal. En 1580, a causa de la gripe, del sarampión y otros bichos México contaba con un censo de dos millones de personas. Las investigaciones de Edward Jenner ayudaron a encontrar la vacuna contra la viruela en el siglo XVIII. Hoy la enfermedad está erradicada por la Organización Mundial de la Salud. El último caso registrado se dio en -todo lo que va vuelve- África en 1977.

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