En tiempos de cambio de gobierno y además de régimen político es indispensable comentar, aún con la brevedad de este espacio, el tema del sindicalismo. Tiempos de meditar y compartir. Especialmente cuando las relaciones de poder se transforman, en tanto algunas, como las relaciones laborales siguen privilegiadas por la fundamental representación y la defensa de los derechos de los trabajadores que prestan sus servicios en empresas privadas y organismos gubernamentales, como lo salvaguardan nuestra Constitución y el marco legal vigente.
El trabajo, en la mayoría de la población, es nuestro sustento, nuestro salario y prestaciones para vivir con nuestras familias dignamente, así como para conciliarlo con la vida personal y familiar. Aunque siempre existe el debate: trabajar para vivir y no vivir para trabajar.
Algo de eso observamos en la actual confrontación de trabajadores, casi de todos los cargos del Poder Judicial, frente a la Reforma que se aprueba en la Cámara de Diputados. En los casos no urgentes, están en paro. Protestan por los posibles cambios que afecten sus condiciones de trabajo y su impacto en su vida personal y familiar. Esperan negociaciones que no llegan, o no se aprecian, aun sabiendo que en la negociación no se consigue todo lo que se demanda, pero la experiencia reconoce que así lo aceptarían. Ya veremos.
En términos, legales y por principio, la representación sindical es, o debe ser, resultado de elecciones democráticas que se realizan periódicamente. Forman, hasta por muchos años, a dirigentes y delegados quienes negocian en defensa de los trabajadores y en el diseño de leyes para su bienestar. De ahí han derivado muchas de las conquistas laborales y políticas que hoy conocemos, aunque falta mucho por avanzar, comparando con otros países.
Algunos sindicatos son fuertes, pertenecen a empresas y organismos de gran sensibilidad y logran más avances que otros. Los de empresas públicas como PEMEX, CFE, y de empresas privadas como TELMEX, FORD, y de dependencias gubernamentales como los de maestros, del sector salud, y de transportes como el METRO, entre otras. Y cuando por su debilidad los lleva a integrarse a centrales obreras internas e internacionales, de carácter más poderoso. Algunos se les critica porque se extralimitan al intervenir en la vida pública, más allá de la representación de los trabajadores. Parte de la lucha obrera se refiere también al ámbito público, económico, político y social, porque no son ni deben ser ajenos a nuestra vida comunitaria, local y nacional. El tiempo nos mostrará cambios ineludibles que podrían tener en su futuro: demográficos, mundialización, ciencia y tecnología, inteligencia artificial, entre otros.