El Rey se va. El reino se tambalea.

  • Columna de Maximiliano Reyes Zúñiga
  • Maximiliano Reyes Zúñiga

Ciudad de México /


*Por Maximiliano Reyes Zúñiga. Subsecretario para América Latina y el Caribe. SRE

"Es el mejor del mundo porque sigue jugando como un chiquilín en el barrio"

- Eduardo Galeano sobre Messi

En 2004 el periodista estadounidense Franklin Foer escribía el libro: El mundo en un balón: cómo entender la globalización a través del fútbol. Su innovadora obra anotó un gol en literatura sobre la globalización porque ofrecía al público una nueva e “improbable teoría de la globalización” basada en el fútbol como una representación de fenómenos políticos, económicos y sociales. Su premisa básica es que el fútbol -como fenómeno sociológico- es un acto social con trascendencia política y lo ilustra a través del resurgimiento del sectarismo, tribalismo y nacionalismo, tanto en el deporte como en el campo político internacional.

Si tomamos el concepto de Foers como el kick-off/patada de inicio para este artículo, cabría preguntarse ¿qué significa el anuncio de la salida de Lionel Messi del F.C. Barcelona? La noticia de la salida del astro argentino dio la vuelta al mundo e inclusive superó al coronavirus en cantidad de búsquedas de Google. ¿Qué significa que el ganador de seis Balones de Oro, el mayor goleador en la historia de la Liga española y el mejor futbolista del Barҫa decida abandonar lo que durante años fue considerada la “mejor liga del mundo”?

Este agosto ha traído malas noticias al Reino: la salida del rey del fútbol español, Lionel Messi. Este personaje es un símbolo para España, orgullo del pueblo que lo coronó en la cancha. Su partida es un duro golpe; el rojo y amarillo no volverán a ser iguales, ni en la bandera ni en el uniforme, y los cánticos del estadio serán otros para marcar un antes y un después.

A estas alturas hay más interrogantes que respuestas, pero vale la pena cuestionarnos si ¿estamos frente al fin de una era? Pero quizás -como lo hace ahora Messi- es tiempo de reorientar nuestra brújula y fijar el camino hacia otros horizontes.

Desde las épocas del pentapichichi Hugo Sánchez, el sueño de jóvenes futbolistas mexicanos -y latinoamericanos- ha sido triunfar en Europa y la Liga española era el perfecto trampolín. Los sueños de gloria de cientos de futbolistas latinoamericanos -y de los 84 que jugaban en la Liga en 2018- empezaban por España, como parte de la visión eurocentrista que los hace gravitar hacia el Viejo Mundo. Ese mismo sentimiento que hace que el clásico español se sienta igual de pasional que un clásico local. Sin embargo, el año pasado la Liga española fue superada por la Premier League inglesa como la mejor liga del mundo y cada vez más se abren espacios en clubes de otros países.

Entre el fútbol, como entre las naciones, la necesidad de cambio es perceptible. La actual crisis por la pandemia ha sido también una oportunidad para reflexionar y repensar viejos modelos. Se cuestionan preceptos que antes aceptábamos sin pensar dos veces y es momento para pensar en nuevas soluciones y plantearnos otras alternativas. Momentos tan disruptivos como este -al igual como los que sucedieron hace 100 años durante la etapa de las vanguardias- también son oportunos para que los países revaloren sus esquemas.

Hemos llegado a tiempos extra y termino diciendo que esta analogía es válida para nuestra Iberoamérica; se han alterado las circunstancias y condiciones de cada nación y es momento para procurar un cambio. Hay que pensar en qué tipo de cambio queremos.

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