A lo largo de estos meses de confinamiento he hablado de películas del pasado que hacen eco de nuestra realidad pandémica. Hablé de cómo Contagio (2011) se anticipó con verosimilitud a la propagación de un virus como el que hoy nos afecta, de cómo la olvidada El demoledor (1993) predijo el distanciamiento social. De cómo Network (1976) retrata a los comunicadores tendenciosos y desorbitados como algunos que hoy nos informan de la problemática del covid, de cómo El Proyecto Florida (2017) puede dar perspectiva a quienes ya no pueden ir a Disney, de cómo Oldboy (2003) describe el confinamiento con el mismo corte de cabello que muchos tenemos ahora.
Pero hay una cinta en especial que se ha convertido en metáfora, no de la crisis sanitaria, sino de la mentalidad con que muchos países la están manejando. Se trata de Parque Jurásico, de Steven Spielberg. ¿Cómo una película de ciencia ficción sobre dinosaurios dice algo de nuestra nueva normalidad?
Estrenado en 1993, el clásico de Spielberg narra el viaje de dos paleontólogos y un matemático a una isla en Costa Rica en la que un billonario ha construido un parque temático cuya atracción son dinosaurios de carne y hueso que fueron clonados al conseguir fragmentos de ADN que quedaron preservados en sangre de mosquitos cristalizados en ámbar. La idea de conocer a especies extintas hace miles de millones de años fascina a los científicos, pero ninguno puede pasar por alto el peligro y el dilema ético que representa alterar el curso de la naturaleza con fines comerciales. Dado que el parque ya ha sido construido, la preocupación de los expertos sobre el riesgo que hay en este proyecto no es una consideración que influya en los planes del propietario de Parque Jurásico. Pese a “todas las medidas de seguridad” (¿nos suena la frase?), Parque Jurásico colapsa en un escenario de caos en el que los dinosaurios terminan sueltos poniendo en peligro a sus visitantes VIP.
El primero en notar cómo Parque Jurásico es una alegoría de los tiempos del covid fue el excelente sitio de humor McSweeney’s, que publicó el texto “Claro, los velociraptor todavía están sueltos pero esa no es razón para no reabrir Parque Jurásico”, en el que el CEO imaginario del parque de diversiones se dirige a la opinión pública justificando la reapertura desde el punto de vista económico, y diciendo cosas como: “Ahora entiendo por qué algunas personas pueden ser escépticas acerca de la reapertura de un parque de diversiones cuando todavía hay depredadores de 180 libras deambulando. Pero el hecho es que los velociraptores son criaturas inteligentes y cambiantes que no van a ser contenidas a corto plazo, por lo que podríamos comenzar a acostumbrarnos a matar a algunas personas de vez en cuando”.
Lo interesante de esta lectura a una obra de ficción que nos ayuda a ilustrar con humor la realidad es que no solo la primera parte de Parque Jurásico sirve para dar ese mensaje. En las siguientes cuatro entregas de esta saga, el parque vuelve a abrir y el caos vuelve a ocurrir. Engloban un aspecto innegable de nuestra civilización: las lecciones no aprendidas.